viernes, 6 de julio de 2012

la felicidad





Al descubrir que no todo es como yo lo veía, el asombro y el desconsuelo se apoderaron de todas mis  ilusiones fingidas y ni eso me quedo para continuar con ese  terco vicio de vivir.
Relativamente joven acepte todo ese ciego pasado y el destino que viniera sin esperar más de lo que había tenido.
Deambular entre olivos e higueras, subir y bajar montañas, pasar frío y calor,  hambre y sed, pero lo peor de todo, era contar con una libertad que me oprimía hasta el punto de llegar a odiarla.

Sólo pendiente de un más allá. Otro horizonte por conquistar pero fuera de la ambición y fuera de toda solemnidad ni celebración.
Porque son muchos horizontes recorridos y después de cada uno de ellos hay otro aún más lejano y desconocido que te invita a visitarlo.
Así días y días de viaje confundiendo caminos y pueblos hasta llegar a la montaña más alta desde donde todo se puede ver.
Todo, incluidos los tenues caminos de plata que como los caracoles has ido dejando a tu paso y que el tiempo borrará sin mas miramientos.
La felicidad sólo puede ser completa cuando uno está conforme consigo mismo.

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