Querido amigo,
Hoy te he empezado a echar de menos.
Ya sé. No tengo que olvidar lo que tantas veces me has repetido.
Si; todos tenemos medidas y tiempos diferentes, fechas de caducidad distintas.
Además, este compromiso de vivir acaba para todos en el mismo destino sin variación posible.
Decías que la vida tiene mil pliegues donde permanecen escondidos los sentimientos; hoy, también me he dado cuenta de eso al desdoblar este primer amanecer del primer día sin tu compañía, al advertir que faltaban tus primeros "buenos días", al ver el hueco que ha dejado tu silueta esperándome frente a la puerta.
Esta mañana, me he sentido muy solo. Se me anudó la garganta, los ojos, ajenos a cualquier voluntad, se inundaron de amargura e inevitablemente me perdí por el valle del Tempe para traer hasta aquí laureles y recuerdos que tanto te mereces.
Amigo, siento de verdad tu marcha.
Adiós Tomás,
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