Lo que cuesta soñar, nadie lo sabe.
Unas veces, justo antes de despertar, sueño que me levanto mientras sigo dormido. Desde la nebulosa confusa del sueño, me veo tumbado sobre la cama con el único amparo de la desnudez y de la inconsciencia.
Contemplo durante algún tiempo el saqueo que los años hicieron a ese "yo" dormido, abandonado y antes de que la neblina del sueño se acabe, antes de volver a la realidad huyo por la ventana para evitar el retorno.
Despabilar del sueño, regresar a la consciencia del despertar, me cuesta un gran sacrificio; lo hago con la desazón del que está secuestrado, con el presentimiento de haber sido perseguido y de que debo continuar huyendo de algo o de alguien.
Curioso parentesco el del sueño y la muerte.
La vida es puro saqueo.
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