lunes, 17 de febrero de 2014

La memoria menguante.



Según dicen los que más saben, todos nacemos con algún talento especial. En mi caso, fui agraciado con  un par de ellos:  mansedumbre y pésima memoria. El primero, me ha servido para resignarme ante todas las adversidades que me trajo la vida y el segundo, para olvidarlas o si acaso, barruntarlas lejanas, como una vaga ilusión, algo similar a lo que pueda percibir del futuro un vidente.
Hasta ahora estas virtudes han sido un elemento sustancial en mi vida. Como  parientes próximos, nunca me dejaron de la mano de Dios; siempre me anduvieron rondando esperando la llegada de la vejez y el abandono, los otros dos parientes pobres de la muerte.
Toda una vida dedicada al presagio de lo intrascendente de vivir, producto de una memoria menguante que va perdiendo los apuntes y las señales que indican cuales fueron los caminos recorridos.
Pero como todo final feliz, esto acabará resolviéndose con una bonita lápida donde cualquier cosa pudiera ser escrita.


1 comentario:

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