A estas alturas, aún a sabiendas de que en este hombre atrincherado en la cincuentena no queda mucho mas que recuerdos prendidos con alfileres y escoceduras difíciles de apaciguar, se prevé un exiguo futuro,donde se invoca la empírica propuesta de salir del mundo.
Hacerlo desaparecer como si no existiera, como si no hubiera nadie ni nada.
Recrearse tan solo, en la existencia de la nada más absoluta y ante el desamparo de la total ausencia, solo cabrá un profundo temor, sin duda, debido al transcurso de tantos años manteniendo alguna vanidad por esos sentimientos que ya están agostados.
Temor que al poco llegará a desaparecer tras una infinita paz, porque la ausencia de mundo evita cualquier intimidación o desasosiego.
