jueves, 13 de diciembre de 2018

Cosas importantes.



Algunas cosas son tan importantes

como los arcones y su olor a naftalina,
como las menudencias que guardan, 
y el secreto con el que las convierten en recuerdos.

Tan importantes como esos días destripados, entre risas y resacas,

como los sueños que soñamos y esos otros que vivimos.
cosas trascendentales, 
como la sombra de la higuera que plantamos,
como tus cajones que se vaciaron con las prisas del rencor,
o el rechinar de las maderas
simulando pisadas que aún te viven.
como los cuadros que nos miraron,
y la bandeja de los turrones,
de todas las navidades.

No me olvido de añadir al inventario,

esa luz que se cuela por las  persianas,
el murmullo de la brisa,
bajo la sombra del aliso, a la orilla de nuestro río.

Las nubes bajas, que sin querer,  forjaron la niebla

donde perdimos el norte.
La lluvia fina que no importa
y los charcos que pisotee,
ante la alegre reprensión de tu sonrisa.

Las avellanas, el vino blanco o rosado,
el té de por la tarde, el de por la noche
y los bombones de chocolate.

También, la luna, aunque a veces se esconda.
Las caricias que nos roba el perro en los descuidos.
El jardín que no supe cuidar
para que nos diera flores en primavera.
y esas otras cosas importantes
que sin querer se me han olvidado.





sábado, 8 de diciembre de 2018

¿Cuándo empieza?


Empieza cuando se acaban las palabras
y se habla con las miradas,
cuando se da la vuelta a la esquina de la vida
y se aguarda a los únicos pasos que siempre regresan.
Cuando el cuerpo ya no nos protege del desastre.
Cuando nada hace falta, pero nada sobra,
ni tampoco la vejez, que es una montaña de recuerdos.
Empieza cuando se gasta lo que es demasiado eterno,
cuando caer se convierte en costumbre.
y las bocas pueden morder en cualquier parte.
Cuando la luz es tamizada y caliente,
cuando estar solo es disfrazarse de muerto
y las soledades son siempre irremediables.
Pero cuando más comienza
es detrás de los finales,
cuando ya creemos morir.


sábado, 1 de diciembre de 2018

Anatomía de lo vivido.




Alegra el corazón haber vivido,
y no importa del todo que el pasado
no sea ya más que pasado.
Si nos quemó la vida, la llama del vivir.
su herida es una huella hecha de orgullo
y de melancolía.
Vivimos una vez, como nadie (ni siquiera
nosotros mismos) vivirá de nuevo.

Este desvalimiento, que trae la tristeza
da sentido de infinito pasado a lo pasado,
esta es nuestra condición;
Una misteriosa ley que, a nuestro pesar,
ha de cumplirse.

Es el precio de la vida.
¿y cuál es el precio de la vida?
(seguir viviendo aunque sepamos
que la parte mejor ya fue vivida).
Pero cuando solo nos queda dignidad en el pasado
y admitimos que se pagó el precio justo,
se alegra el corazón de haber vivido
al saberse brasa de la llama
por la que ardió la vida en el tiempo.
Y ahora sabe,
al fin, aunque el miedo lo consuma,
que seguirá aguardando.