jueves, 28 de julio de 2011

El tren de los locos.


El siguiente tren también lo perderé, soy consciente de ello.
Las decisiones, si son firmes, a veces parecen un toro de lidia, envisten a la cita del impulso para conseguir sólo un engaño, una metáfora, un capotazo de dolorosa experiencia. Tal vez, sólo eso.

Mi decisión es firme sin meditación posible que pudiera profanar esta sagrada forma de vivir que tengo.
Este tren lo dejo marchar mansamente hacia un más allá que nunca será mío.  En la lejanía me despediré de ese futuro que evité, cerraré otra puerta y recibiré una nueva puñalada de absoluto arrepentimiento.
No hay peor forma de ser infiel a uno mismo, dominar tu propia voluntad, vencer la pasión, la tentación. Tener miedo a perder lo que se tiene por conseguir lo que de verdad quieres. Perder lo que no se tiene, no da miedo y en realidad, deberíamos sentir pánico porque en la renuncia,  lo que  perdemos es parte esencial de nuestra sustancia, el deseo, el entusiasmo, el ansia, la ambición..
El culpable es sin duda el tiempo que pasa  siempre haciendo daño  marcando a las personas con la señal de la sumisión, del acatamiento, de la subordinación. El tiempo es el que acaba con las ilusiones, con la fantasía y con la voluntad. Es él el que nos convence para dejar que los trenes se marchen, uno tras otro. Él es el culpable de mantenernos anclados en el andén de la rutina hasta que, como todo en esta vida, esta también termina.
Sólo queda la locura como única esperanza.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por sus comentarios.