Quedo tendido y a la espera,
bajo la sombra de esta colosal higuera
cuyas hojas mece una brisa cálida,
que tal vez venga de lejos.
Suenan las chicharras cansinas
y huele a heno recién cortado.
Espero mientras cubro mi cara con un sombrero de paja
en el que un día guardaste tu aroma
y descubro con asombro que el deseo trasciende
a toda lejanía, da igual que sea
aquella de donde viene la brisa,
o la que separa los vivos de los muertos.
No hay ningún más allá tan próximo como este recuerdo
que ahora me acompaña fiel como un perro
y me trae tu sonrisa, y esas cálidas caricias
que envenenaban mi voluntad de quererte
por no existir una posibilidad de amarte más todavía.