Tras apurar el último vaso de Bourbon, tuve la sensación de que la cabeza se me iba, como si el vacío de la noche hubiese entrado en ella hasta hacer desaparecer todo atisbo de conciencia, acarreando el sentimiento de que todo lo que pudiera quedar dentro de mi tan sólo fueran pérdidas. Huellas sin identidad que se degradan porque no remiten a recuerdo alguno, el vehemente frío de la Nada acaba sustituyendo a la inteligencia y a la memoria.
Cabeceo con la sensación de sueño a pesar de que la voluntad no ha sido borrada del todo. Es más similar al desaliento o la desgana que a veces me rinde como si fuera el único camino de aceptar una derrota mental y física como si la noche no fuera una mera ausencia, si no un campo de batalla donde debo luchar solo en una guerra mortal y silenciosa.
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