Sabes que ya nunca escucharás aquello que siempre quisiste oír.
Buscas por todas partes lo que jamás vas a encontrar.
Llegaste demasiado lejos navegando por ese mar de olas suaves, que te mece y te arrastra al interior del océano, en un velero con bandera de soledad.
Y si en ese rumbo incierto, con todas sus horas y días a la deriva de una vida incompleta,
abandonas el velero,
dará igual que tu mano no acaricie el mar,
más allá del destino, verás permanecer la silueta del barco abandonado
por un naufrago voluntario rendido a la sentencia que pone todas las cosas en su sitio.
Serás el que debías ser, ese que ya nadie necesita.
Con casi todo en esta vida perdido,
mucho más de lo debido.
Lo que me habéis quitado,
es lo que menos falta os hacía,
lo que más os sobraba.
Me habéis dejado en esta cueva,
donde solo encuentro apego a la soledad de este mar de desidia,
y estas cuatro cosas materiales que corresponden a una vida ensimismada.
Ya no hay nada que pueda complacer ninguna apetencia,
no pretendo nada y si hubiera una mínima tentación,
la privación es mi único anhelo.
Esta flagelación, no es más que un castigo infringido.
Un sufrimiento desbocado, que me traslada al sitio de la infelicidad,
el único lugar donde se puede penar la culpa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por sus comentarios.