Suena un silbido adelantando la inminente llegada de un tren. En la estación las luces, siguen parpadeando a un ritmo incierto y azaroso, pero aún así, no llaman la atención de los que esperan.
Unos niños se recogen corriendo por el apremio y el revuelo que la aproximación del tren suscita en los viajeros
Una mujer se levanta de un banco y apoya ahora en la pared esa espera nerviosa que la acompaña desde hace ya un buen rato.
Las luces parpadean de nuevo mientras el tren irrumpe con estrépito por las vías brillantes que ahora parpadean también.
Hay un hombre que cierra el libro que leía, levanta la mirada, pero se queda enganchado en las últimas palabras que ha leído: "Tiempo, tiempo, solo pensamos en el tiempo".Mientras un perro se asusta y se refugia entre las piernas e una mujer que también es madre.
En la ventana de un vagón, un viejo levanta la vista y lee un cartel en la estación. No es su destino y se refugia de nuevo en su soledad compartida y se distrae mirando las fotos de un periódico deportivo.
Más allá de la estación alguien observa desde otra ventana cerrada y protegida con una reja y una malla metálica.
El hombre que los mira se detiene en cada uno de ellos e imagina sus vidas y sus destinos no le importa equivocarse, es solamente un juego para mantener esa pequeña libertad que le da la imaginación.
La mujer que ha dejado ya de esperar se dirige hacia un lugar escondido para el hombre que la vigila. Al poco aparece de nuevo acompañada por un hombre alto y bien vestido, podría ser un hermano, un marido o tal vez un novio con poca motivación. Andan el uno junto a la otra. pero él marca la distancia exacta para dar muestra del poco aprecio que suponía aquel regreso y ella con un andar cansado muestra como la espera y el tiempo perdido, le crean cierto desconsuelo ante la falta de la recompensa esperada.
Acabo de terminar mi café y con la ceremonia que requieren las despedidas de los lugares extraños me levanto y me marcho con el consuelo de que mañana vendrá otro tren que sin duda no será muy diferente.
¡Siemprd un lujo leerle! Me pregunto por qué la suma de soledades no crean compañía.
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