Tan solo un saludo, simplemente levanto la mano desde lejos y hago una pequeña mueca de aprobación. Sigo siendo demasiado tímido. He dejado la puerta abierta y me fascina que alguien entre a husmear a casa, me irrita el atrevimiento, sin embargo esto es público y si lo puse o expuse aquí no es sino para vencer mi terca soledad interior.
Sea pues. Se bienvenido.
escucho perdido entre impostada felicidad el son del tintineo de la cucharilla en el café.
Me imagino como vas llegando por la calle de atrás,
miro que hay una silla vacía dispuesta para ti,
cierro los ojos y empiezo a contar los pasos que te quedan para llegar Veinte, diecinueve. busco la sombra que se aproxima quince, catorce, trece,... invento esa traidora caricia que me llegara por la espalda doce, once, diez.... oigo pasos de pies que se apresuran nueve, ocho, siete.... antes del color de tus ojos cinco, cuatro, tres..... antes del roce de tus labios. dos, uno antes de despertar de un sueño.
Charcos y barro,
pan con chocolate,
madres de guata y rulos.
tiempos en los que el garbanzo negro
aun no está acreditado.
Caen lluvias, hojas y años
quiebran las ansias
caen lagrimas
las dudas se agrandan,
las voluntades amainan.
(Hasta el sombrero acaba perdiendo el ala).
Soslayadas miradas brindan
con la sombra de lo que fuimos
por estos despojos que quedan.
(último tesoro que guarda el espejo).
El tiempo, laborioso verdugo,
ha marcado ya su golpe definitivo,
ejecutará la sentencia dictada por el hado
sin aguardar más venganza
que la del olvido.
(Olvidar es el único oficio pendiente
del árbol caído).
Detrás, solo queda sombra,
donde nada se refleja,
último aliento cercano al beso
que nada esconde.
Hasta la soledad pierde su nombre.
si nadie la nombra.
Detrás de la sombra,
no hay espejos,
ni dudas.
............
Tampoco hay más sombras.
Hoy el tiempo se ha vuelto a quedar quieto intentando, con esa calma que todo lo amansa, un nuevo engaño sobre el instante definitivo. A lo mejor, he caído rendido a esa dulce eternidad (de momento incompleta) y me ha dado por pensar mas de la cuenta.
Es lo que tiene eso de despertar en un día incierto donde como único testigo hay un mal sueño que ya no recuerdo.
Un sueño, nacido en el venero de este río que me arrastra despacio por diferentes realidades donde unas veces voy flotando y otras hundido.
He despertado con el sentimiento de tener el espíritu mutilado, la sensación de sufrir una gran perdida al no poder recordar algo que he soñado con intensidad y pasión, porque es en los sueños, donde nadie ni nada nos puede poner límites a las emociones.
¿Y si los sueños valieran lo mismo que un recuerdos?
Al igual que los lisiados, esta mañana, me siento incompleto, con la conciencia quebrada por saber que aquellos recuerdos o sueños que me faltan, son ya patrimonio de la muerte.
Habrá que asumir que la vida está mal repartida entre emulsiones desconsoladas de ausencias, pero también, de afectos y desafectos de engaños y verdades. Una existencia arbitrariamente compuesta por sucesos que se olvidan y sueños que se ocultan.
La vida está llena de agujeros, los mediocres, los menos listos, los que no valemos para casi nada corremos el riesgo de caer en igual proporción en los más someros e insustanciales, como en los más profundos.
lo malo es que nuca se sabe por mucho que se estudie o por mucho que nos expliquen, donde caeremos la próxima vez, es algo parecido a esa vergüenza de ser viejo, que una vez aprendida, no se puede enseñar.
Alguna vez caí en hoyos repletos de seres extraviados que nunca supieron salir de allí, escapé harto de lamentaciones y lloros.
También he caído en el agujero del desamparo y de la soledad, en donde uno solo encuentra vacío y el tiempo está medido por esos relojes que marcan solo horas imperfectas.
La propia experiencia me recomienda que una vez caído en esos agujeros repletos de aislamiento y hastío, hay que hacerse a la idea de que se está perdido y conformarse entonces pensando que en la perdición es donde se encuentra la mayor libertad que puede hallarse en el mundo, libertad que consiste en estar desaparecidos en un tiempo y en un lugar que cualquier persona con dos dedos de frente podría decir que no existe.
Lo mejor de esto, es que una vez dentro de esos pozos siempre se aprende algo.
En uno me di cuenta de que no soy sino lo que me conviene ser. Realmente no existe pretensión más superflua que la de pretender ser uno mismo.
En otro supe que los que llevamos una vida sin voluntad ni destino, nunca alcanzaremos la felicidad, y que una vez perdida la voluntad se pierde con ella buena parte de la conciencia de la desgracia. Además, la felicidad es como las trufas que salen donde y cuando quieren, perseguirla o pretender encontrarla es solo de ilusos.
Sin ir más lejos en este último en el que ahora habito, el pozo del deseo, he sabido que estoy tocado del ala, aunque lo peor es que no soy capaz de preocuparme todo lo que debiera, cosa que me consuela.
Dura tarea esta de ir cayendo y saliendo de agujeros que dura hasta que se llega a viejo, donde todos tenemos nuestro agujero correspondiente, escavado con esmerada dedicación y ahínco solo por los años que ya no cumpliremos.