viernes, 31 de mayo de 2019

Hora de la tristeza.



Hace mucho que dejó de llover
sin embargo, siguen cayendo sin motivos los recuerdos.

Hay humedad y frío hasta en la música,
la hoguera de la esperanza
ya no da el calor que antes le exigía,
algo nace en cada suspiro
que no es la pena
porque ya está abatida.
En su agonía el espíritu creció, lloró,
pero aún niega el olvido.

No todo va a ser desilusión,
tiene que existir alguna certeza,
la de amar, o la de no amar,
sin duda esto es la evidencia que queda
después de esta derrota permanente,
después del alma cercenada,
habrá que dejar secar las heridas
con ese tiempo que seca las flores
y seca las lagrimas.
hasta que no quede nostalgia
y nunca vuelva a ser tan tarde
a la puntual hora de la tristeza.



martes, 28 de mayo de 2019

Huida hacia el caos del Universo











Traerá destellos de lluvia en el pelo;
los ojos húmedos,
los labios mojados,
las manos heladas de frío.

Lleva en sí misma su propia causa,
a pesar de ser una causa ya perdida.

Se sentará en este sillón junto al fuego, 
calentaré sus pies con mis manos.

Los pensamientos vuelan libres
en el silencio que acumula la angustia
mientras veo como muere la ilusión 
del deseo supremo.

Reflexiones absurdas
sobre el mundo y el enorme espacio
que ocupan en él las tristezas:

"En cualquier parte cualquier cosa sucede
y todo lo que sucede conviene,
incluso este mismo vacío sin límites
incluso la voluntad contraria a toda razón".

"No hay ser que sea perfecto,
ninguno subsiste por sí mismo,
todos tuvimos frío alguna vez,
todos tenemos un origen.

Nadie posee toda la razón,
no se debe luchar contra los principios naturales
ni se pierden las relaciones guardadas en los espejos
donde nos alguna vez nos reflejamos".

Esa es la naturaleza del sistema.

Solo los que escapan al caos del cosmos,
sobreviven para encontrar un hogar
donde hacerse viejos.








viernes, 17 de mayo de 2019

Canción de autillo





Es primavera otra vez,
aparecerá  Marte por el Oeste, en el crepúsculo,
el sol del atardecer formará
lagunas brumosas sobre las eras.
Llegarán de nuevo los pájaros.

Petirrojos y  tordos, 
se bañan ya en la pileta de granito donde echo agua.
Los jilgueros cantan mientras anochece.
una vez más descubro a los robles brotando después
de la navidad en estas tierras.

Hoy están en flor. 

Veo las cenizas esparcidas de una hoguera
en la que ardieron mis últimos poemas.
Uno de despedida y otro de amor.

Hace mucho tiempo se apagaron las brasas, 
se negaron aquellas palabras 
que contaban la felicidad de otro atardecer
lejano en otra primavera. 

Han pasado ya dos infinitos últimos años 
desde que vengo a morir aquí.

Los ríos han limpiado los cantos de sus lechos 
La erosión ha roído un poco más el fondo de los valles. 
Y también se ha erosionado este ciclo de la vida.

Este ser humano se hunde en este río del olvido 
como el canto del autillo 
que alguna primavera pasada ya escuché
y que hoy,  tanto tiempo después,
a la a luz de esta luna,
suena como una música distinta. 

Será porque hoy, el aire está en calma, 
o porque  la pena me abraza
y me  envuelve como una telaraña,
me arropa como una canción, 
o un perfume,
igual que me envuelve la luz de esta luna
y la bruma del valle. 

Luna que inunda ojos
sin iris ni pupilas,
ojos  de fuego frío de cuervos que 
pasan por este mundo vacío y abandonado. 

Escucho una respiración
a la luz de la luna.

Respiro.

Estoy vivo.

Pero no puedo encender otra vez la hoguera
para calentarme a su lado,
 y al amparo de esta luna,
escuchar el canto del autillo
en este silencio nacido del miedo y de la noche.

ver tus ojos en el fulgor de algún reflejo.
Mantener viva la lumbre
quemando poemas que se conviertan
en humo de mil colores.

Ojalá supiera enroscar la mente sobre si misma
Ojalá pudiera volver a escuchar esta canción
infinitamente apagada
que hoy canta el autillo