martes, 2 de febrero de 2021

Fotografías indefinidas.


La fotografía encadena mi memoria. No solo la constriñe a lo visto.
La melancólica emoción de lo irrecusable se hace visible.
El alma de la fotografía es el encuentro.
Si ayer fotografiaba silencios hoy fotografío mi propia voz.
Este viaje tejido sobre una memoria de luces, destellos, ilusiones ópticas,
persigue una revelación.
Un puente.
Un puente sobre el abismo.
La escenografía visible de un sentimiento al compás de mis emociones.
Hoy tengo la conciencia de que una forma de ver es una forma de ser.
La fotografía es un poderoso médium.
Nos lleva al otro lado de la vida.
Y allí, atrapados en su mundo de luces y sombras,
siendo solo presencia, también vivimos.
Inmutables. Sin penas. Redimidos nuestros pecados.
Por fin domesticados… Congelados.
Al otro lado de la vida, de donde no se vuelve.






martes, 15 de septiembre de 2020

Los silencios más largos



Me gusta el silencio cuando es impenetrable,
y el ruido de los pasos de ese gato 
que desanda su impaciencia.

Acepto mi realidad como un simple acontecer.
Admiro el pulso de ese segundo, único entre todos los segundos, 
ese, que sin previo aviso, elude lo real del presente
y te lleva inesperadamente a otro mundo.

El placer de ese despertar cándido a todo lo que ignoro.
Añoro, ese tiempo, sin tiempo, que las cosas esconden.
El secreto que se guarda cuando se muestra la lágrima.

Me gusta la médula espinal del universo, 
donde todo mi mundo se conecta a todos los mundos,
donde todo se abre paso sin dificultad
y mi presencia se intuye en la indiferencia.

Lo que he sido y lo que seré,
formar parte de esta función

Me gusta ese lugar donde los nombres escritos,
se han convertido en silencio,
silencio inagotable y puro
silencio de piedra y ausencia.









miércoles, 20 de mayo de 2020

La Solana


Con la edad que voy acumulando, he aprendido a asumir este declive al que cada día me va sometiendo el tiempo.
El recuerdo, vigía en la atalaya de mi conducta, enumera a cada instante acontecimientos pasados,  vaticina el camino que queda por recorrer y avisa cuando llega la próxima parada: Una parada que siempre se llama Porvenir. Un lugar predecible por su cercanía y a la vez desconocido y por lo tanto un poco sobrecogedor.

Desde no hace mucho, el futuro se muestra ya casi sin asperezas. Vaticina un camino sin relieve y de pasos, lentos y sosegados por la inquietante sombra de una espera tensa.

No hay montañas que subir, o mares que surcar,  solo hay un asiento a la solana donde a base de quietud pasamos a convertirnos en parte del atrezo del camino.

Un futuro con muchas pausas, sosegado y juicioso aunque todavía a esta edad que tengo, se atreve a vislumbrar alguna insinuación temerosa y fuera de toda prudencia. Planes y proyectos azarosos y expuestos fuera de la linea temporal que corresponde a este oficio de ser ya un viejo.

En las próximas páginas, ya no hay letras en negrita, ni subrayados. No existe determinación rotunda, ni anhelos de inexcusable cumplimiento.
Existen los deseos, aunque a veces pienso que son solo formas oníricas alguna vez soñadas y para reivindicar una antigua juventud o para fingir a voces que sigo siendo joven aunque en seguida, se conviertan en locuras y lamentos de otro Quijote.
Hago planes disparatados. Delirios que reactivan al loco que fui o que quise ser, dándole sentido al tiempo que me queda, intentando de nuevo la ilusión que acelere el latido de este viejo corazón.

Así voy recorriendo una senda que pasa por todo lo que hicimos y las razones de por qué lo hicimos; con sus distintas trayectorias y bifurcaciones en donde, unas veces, me aparté de la trayectoria y otras me desviaron, aunque al final siempre acabo llegando exactamente al punto donde estoy. Muy cerca ya de la Solana.

Todo está en ese camino escrito, todo lo he sabido o al menos presentido siempre.
Esas vidas ajenas que elegí y las que me eligieron,  aciertos y fracasos. Nombres de gente en quien me he apoyado con fuerza y eslabones que se fueron rompiendo a pesar de mi empeño.

Todo,  las cicatrices y las secuelas que dejaron las perdidas,  la miseria del orgullo, la envidia, el rencor. Lo que dolió, lo que se ha disfrutado.
Absolutamente todo, hasta este mar de dudas que mece este cuerpo con sus mareas y sus olas lentas de  reproches y que siempre acaban trayéndome  al sosiego del banco de piedra en la Solana donde continuaré convirtiéndome en camino.

Y los días pasan.






viernes, 17 de abril de 2020

Mar de lágrimas



Desde este infinito mar de lágrimas, te amo,
pasas por mis recuerdos
igual que se pasa por una casa en ruinas.


Ante mi abandono
se alza único y aislado
un viejo panorama de paisajes sin luna:
luces suaves
que nacen cada madrugada,
personas tristes,

niebla en las glorietas.
ese cansancio azul 

de habitaciones alquiladas
donde alguien habrá muerto alguna vez.


No deberían pasar, los últimos días,
tan despacio.

Vendrán las lluvias,
crecerá la nostalgia
como crece el amor.
Alguien recordará, seguramente,
un invierno del setenta y nueve

y esa larga primavera del ochenta y seis.



viernes, 23 de agosto de 2019

Blanco y negro.



En algunas ocasiones cuando me sumerjo en el abatimiento, recurro a ese suspiro de aire rancio guardado en el montón de fotografías almacenadas con absoluto desorden en la memoria del teléfono. Sin saber como, en un determinado instante, me veo perdido dentro de los recuerdos que atesora la lata redonda de galletas, donde mi madre guardaba las suyas.

Siento como mi memoria queda encadenada a la melancolía de lo que inexcusablemente  se va haciendo visible en el alma de cada fotografía allí guardada.

Son encuentros entre silencios y la voz propia que sale de las profundidades de esta memoria compuesta por luces, destellos,...., ilusiones.
Una revelación, un puente sobre un abismo de tiempo que nunca se ha llegado a detener como se detuvo en los instantes que quedaron ahí grabados y que aún puedo recordar.

Veo la escenografía de un sentimiento al compás de unas emociones, veo a mi padre con una gabardina blanca buscando los fondos mas vistosos para retratarnos con su Voiglander.


Las escenas inmutables en el tiempo son un poderoso médium que nos lleva a otro lado de la vida.
Tal vez sea esta manera que cada uno tiene de mirar, de ver el pasado, una parte fundamental de lo que somos y nos permite seguir atrapados en ese pasado, en ese mundo de blanco y negro donde nos convertimos en pequeñas presencias, en seres menguantes, aunque también vivamos inmutables, sin penas, redimidos de todo pecado. Congelados en el otro lado de la vida, de donde ya no se vuelve.




viernes, 31 de mayo de 2019

Hora de la tristeza.



Hace mucho que dejó de llover
sin embargo, siguen cayendo sin motivos los recuerdos.

Hay humedad y frío hasta en la música,
la hoguera de la esperanza
ya no da el calor que antes le exigía,
algo nace en cada suspiro
que no es la pena
porque ya está abatida.
En su agonía el espíritu creció, lloró,
pero aún niega el olvido.

No todo va a ser desilusión,
tiene que existir alguna certeza,
la de amar, o la de no amar,
sin duda esto es la evidencia que queda
después de esta derrota permanente,
después del alma cercenada,
habrá que dejar secar las heridas
con ese tiempo que seca las flores
y seca las lagrimas.
hasta que no quede nostalgia
y nunca vuelva a ser tan tarde
a la puntual hora de la tristeza.



martes, 28 de mayo de 2019

Huida hacia el caos del Universo











Traerá destellos de lluvia en el pelo;
los ojos húmedos,
los labios mojados,
las manos heladas de frío.

Lleva en sí misma su propia causa,
a pesar de ser una causa ya perdida.

Se sentará en este sillón junto al fuego, 
calentaré sus pies con mis manos.

Los pensamientos vuelan libres
en el silencio que acumula la angustia
mientras veo como muere la ilusión 
del deseo supremo.

Reflexiones absurdas
sobre el mundo y el enorme espacio
que ocupan en él las tristezas:

"En cualquier parte cualquier cosa sucede
y todo lo que sucede conviene,
incluso este mismo vacío sin límites
incluso la voluntad contraria a toda razón".

"No hay ser que sea perfecto,
ninguno subsiste por sí mismo,
todos tuvimos frío alguna vez,
todos tenemos un origen.

Nadie posee toda la razón,
no se debe luchar contra los principios naturales
ni se pierden las relaciones guardadas en los espejos
donde nos alguna vez nos reflejamos".

Esa es la naturaleza del sistema.

Solo los que escapan al caos del cosmos,
sobreviven para encontrar un hogar
donde hacerse viejos.








viernes, 17 de mayo de 2019

Canción de autillo





Es primavera otra vez,
aparecerá  Marte por el Oeste, en el crepúsculo,
el sol del atardecer formará
lagunas brumosas sobre las eras.
Llegarán de nuevo los pájaros.

Petirrojos y  tordos, 
se bañan ya en la pileta de granito donde echo agua.
Los jilgueros cantan mientras anochece.
una vez más descubro a los robles brotando después
de la navidad en estas tierras.

Hoy están en flor. 

Veo las cenizas esparcidas de una hoguera
en la que ardieron mis últimos poemas.
Uno de despedida y otro de amor.

Hace mucho tiempo se apagaron las brasas, 
se negaron aquellas palabras 
que contaban la felicidad de otro atardecer
lejano en otra primavera. 

Han pasado ya dos infinitos últimos años 
desde que vengo a morir aquí.

Los ríos han limpiado los cantos de sus lechos 
La erosión ha roído un poco más el fondo de los valles. 
Y también se ha erosionado este ciclo de la vida.

Este ser humano se hunde en este río del olvido 
como el canto del autillo 
que alguna primavera pasada ya escuché
y que hoy,  tanto tiempo después,
a la a luz de esta luna,
suena como una música distinta. 

Será porque hoy, el aire está en calma, 
o porque  la pena me abraza
y me  envuelve como una telaraña,
me arropa como una canción, 
o un perfume,
igual que me envuelve la luz de esta luna
y la bruma del valle. 

Luna que inunda ojos
sin iris ni pupilas,
ojos  de fuego frío de cuervos que 
pasan por este mundo vacío y abandonado. 

Escucho una respiración
a la luz de la luna.

Respiro.

Estoy vivo.

Pero no puedo encender otra vez la hoguera
para calentarme a su lado,
 y al amparo de esta luna,
escuchar el canto del autillo
en este silencio nacido del miedo y de la noche.

ver tus ojos en el fulgor de algún reflejo.
Mantener viva la lumbre
quemando poemas que se conviertan
en humo de mil colores.

Ojalá supiera enroscar la mente sobre si misma
Ojalá pudiera volver a escuchar esta canción
infinitamente apagada
que hoy canta el autillo





martes, 16 de abril de 2019

También seré silencio.


Ese último silencio impenetrable.

Ningún silencio es más puro
que el silencio con el que nos mece la muerte.
Ahí nadie sabrá despertarme de lo que ignoro,
ni sabré de ese tiempo sin tiempo
que las cosas guardan
con el celo de ramas que nunca se apartan.

Nada de lo que se ha dicho,
nada de lo que se ha escrito
alberga más sabiduría que este silencio.

Continuará el pulso constante
a pesar de abstraerse del presente
donde mi presencia aún se intuye.

Hoy me amparo en la certeza
de mi próximo olvido,
del silencio que me espera,
de las ilusiones quebradas,
del paisaje del espejo donde me miro
que siempre remite
a un lugar único
de aguas aquietadas mansamente,
detenidas en otro tiempo,
y en otras miradas.

Observo la lluvia,
el suelo mojado,
el secreto que trae los colores al amanecer,
y su misterioso desvanecimiento al anochecer.
El canto del mirlo,
la metamorfosis de las nubes.
No soy insensible a esta belleza.

Lo supe al final de mis días,
justo en la decadencia,
en el ocaso.
Se han cumplido todos los augurios
que se me adelantaron:
todo el pasado se convirtió en anhelo
faltó vivir entonces, lo que ahora vivo.

Pero el tiempo que resta,  aquí sigo,
enviando cartas sin dirección de destino
a un futuro imposible para este remitente.
Todo el pasado se ha  convertido en anhelo
todo el pasado se ha perdido.


sábado, 30 de marzo de 2019

Llévame en tus alas.



De tierra adentro hasta el mar, 
es pronto para la amnesia
de la luna de invierno al sol de verano,
es tarde para irnos sin heridas.

Lo intenté.

Desde la caricia encendida de mi mano
al latido que te nombra en mi pecho.
¿Qué tengo que hacer?

Ahora que todo está hablado,
va el amor a posarse
en las ramas secas 
de ese árbol que plantamos.
Va dictando su ley
su derecho y su condena.

Es pronto para olvidar.
Tu recuerdo vuela tras de mí,
como sombra que bate sus alas 
negando su caricia y su canto

¿Que hay que hacer?

Cruzaré desde oriente a occidente
en este cuerpo pasajero
guarida de un espíritu nómada.
en busca de un consuelo.

Es pronto para el consuelo,
Buscaré la compañía más generosa,
de la inmensa soledad.
Buscaré tu sombra en el llano
sin sonidos
sin rumores
sin nubes de colores
ni rocío de esperanzas.

Rendido a tus pactos,
dejaré que  resbalen los años.

Lo intenté,

¿Qué hay que hacer?


jueves, 21 de marzo de 2019

En el lugar donde habita la Infelicidad.






Sabes que ya nunca escucharás aquello que siempre quisiste oír.
Buscas por todas partes lo que jamás vas a encontrar.
Llegaste demasiado lejos navegando por ese mar de olas suaves, que te mece y te arrastra al interior del océano, en un velero con bandera de soledad.


Y si en ese rumbo incierto, con todas sus horas y días a la deriva de una vida incompleta,
abandonas el velero,
dará igual que tu mano no acaricie el mar,
más allá del destino, verás permanecer la silueta del barco abandonado
por un naufrago voluntario rendido a la sentencia que pone todas las cosas en su sitio.


Serás el que debías ser, ese que ya nadie necesita.


Con casi todo en esta vida perdido,
mucho más de lo debido.
Lo que me habéis quitado,
es lo que menos falta os hacía,
lo que más os sobraba.


Me habéis dejado en esta cueva,
donde solo encuentro apego a la soledad de este mar de desidia,
y estas cuatro cosas materiales que corresponden a una vida ensimismada.


Ya no hay nada que pueda complacer ninguna apetencia,
no pretendo nada y si hubiera una mínima tentación,
la privación es mi único anhelo.
Esta flagelación, no es más que un castigo infringido.
Un sufrimiento desbocado, que me traslada al sitio de la infelicidad,
el único lugar donde se puede penar la culpa.