sábado, 30 de julio de 2011

Será culpa del horóscopo.


No pretendo comprender porqué hago ciertas cosas y no otras, eso es algo que me la trae al pairo. Si lo hago, será por algo. No busco explicaciones.
Ya sé, ya sé, todos dicen que tengo suerte. Que mi trabajo es bueno con bastante tiempo libre y buen sueldo, que tengo una buena casa aunque todavía no la haya pagado. Y que mi mujer es de lo mejor que hubo nunca en nuestro barrio.
No tengo queja de nada de eso, lo más probable es que toda la inconformidad y mala hostia que acumulo sea por mi mismo. 

Voy a descubrirme, me quito el sombrero al oír la frase de Galileo "La mayor sabiduría que existe es conocerse a uno mismo".
Ese es mi principal problema, no me conozco a mi mismo, tengo que reflexionar sobre esto.
No lo haré hoy, lo apunto en el mogollón de cosas pendientes para hacer el resto de mi vida.
Conocerme a mi mismo, buen propósito para empezar el nuevo año.


Ayer empecé a tomar notas en un cuadernillo de muelle con papel cuadriculado y áspero.
Lo primero que escribí en él seguramente influenciado por la textura del papel fue lo siguiente:
Soy áspero e irascible.
No eso no es del todo cierto, debo de anotar, a fuerza de ser sincero, que la aspereza y la irascibilidad la tengo de puertas para dentro, con la gente de casa con el resto soy todo lo contrario. Lo que es peor es que no me cuesta trabajo ser amable y comprensivo con los desconocidos o con los amigos que por cierto a pesar de no ser muchos los conservo desde hace años.
Digo yo que eso será por la educación que he recibido en la escuela o por la que me dieron en casa o tal vez por esta manía que tengo por empatizar con todo dios.
Parece que lo mejor de uno mismo es la apariencia. No estoy de acuerdo con esta postura pero si creo que esa es la que predomina en mí y en mi entorno, mis padres y mis hermanos principalmente.
Vamos aparentando que las cosas que nos molestan, realmente no nos molestan, o que no existen los problemas que realmente siempre han  existido.
No tenemos escape más que de puertas hacia dentro.

En realidad, no me he averiguado si soy o no soy áspero. Tengo que apuntar en ese cuadernillo otra cosa más sobre mi carácter. Soy volátil e indeciso.
Ahí si que estoy seguro. No sé lo que quiero, lo que necesito o lo que me conviene.
Siempre me he dejado llevar. Incluso en los restaurantes, las pocas veces que he ido, siempre he pedido lo mismo que alguno de los otros,
Es posible que eso sea inseguridad.
Inseguro, si, eso también lo voy a apuntar porque es verdad.  

Joder soy un dechado de virtudes, Áspero, volátil, indeciso e inseguro. Debería de plantearme buscar cosas buenas, alguna virtud, o cualidad de la cual me pueda enorgullecer….
Coño, resulta que también soy vanidoso o engreído…. Hostias eso si es verdad. Me gusta que me adulen que los otros piensen bien de mí.
Estoy empezando a ponerme nervioso, siempre he pensado que toda la gente era parecida, o igual pero ahora creo que este punto lo debería consultar con un psicólogo, o psiquiatra….


Después de escribir otro día en el cuaderno realmente descubro un ser espantoso.  He hablado de ello con Lucia. Ella dice que tengo razón que soy bastante despreciable. Sin embargo ella aquí está.
Cuando le he preguntado porqué seguía aguantando a un ser tan repulsivo como yo,  me ha contestado que no sabía.

Otra misión será descubrir como es Lucia. Tampoco lo sé y me llena de curiosidad tener que descubrir a estas alturas que hacemos juntos. O lo que es peor descubrir lo que hayamos hecho ya.

No se, que va a pensar mi hijo cuando sepa que es fruto de un ser despreciable con una mujer desconocida.
Existiría al menos el amor en algún instante.
Vamos a decir que sí. Lo que pasa es que ya no me acuerdo de eso. O tal vez debería apuntar en el cuaderno “Embustero”.



Esta mañana caminando hacia el trabajo me preguntaba por el resto de las personas que se cruzaban por mi camino, por la gente que vivía en mi barrio. Por las voces que se salían por alguna de las muchas ventanas todas alineadas e iguales que componían fachadas horribles de aquellos edificios grises llenos de gente gris, desconocida.
Yo también grito a menudo, sobre todo cuando discuto con Lucía. 
Me avergüenzo de ello. Pero por lo menos no volveré a escribir la palabra irascible dentro de mi cuaderno de papel áspero como yo.
O, tal vez debería poner dos veces la palabra iracundo recalcando la cantidad de mala leche que se acumula en mi interior.
Pero eso es, pienso, porque no tengo otro escape mas que dentro de casa, con aquellos a los que más y mejor me soportan.

En este sentido quiero cambiar, lo que pasa es que es muy difícil. Ahora Lucía desconfía de mi, no cree que una persona como yo cambie de la noche a la mañana.
El sábado pasado intenté ir a pasar el día fuera de casa con Hugo, Ir los tres solos a una pequeña aldea que a ella siempre le gustó. Pero ella se negó, la excusa fue cojonuda. Que qué íbamos a hacer allí los tres solos.

He de reconocer que su negativa me dejó perplejo, pero lo que mas me sorprendió fue su  argumentación: ¿Qué vamos ha hacer allí los tres solos?

Esto nada más puede interpretarse de una forma. Ella ya no quiere estar conmigo. Se sacrifica lo justo pero no más de lo necesario.

Lucía necesita un estimulo. Mañana la comprare ese perrito que siempre quiso tener.
Un foxterrier de pelo duro. Mañana la sorprenderé a ella y a mi mismo, porque esta va a ser la primera vez que intento solventar uno de mis mayores defectos, miraré por lo que le gusta a los demás.

Una norma de lo más básico y que siempre, siempre sin querer olvido. Pongamos en el cuaderno que también soy egoísta pero esto lo voy a poner entre comillas. A mí me interesan los demás, pero sinceramente tengo que decir que no demasiado.
Vamos que me dan un poco lo mismo, realmente sólo me afecta cuando su estado de ánimo repercute sobre mí, su pesar, su mal humor, su depresión no me causa indiferencia cuando altera alguno de mis planes pero no puedo negar que en general paso. (tampoco puedo decir que le de importancia, pero me afecta).



jueves, 28 de julio de 2011

El tren de los locos.


El siguiente tren también lo perderé, soy consciente de ello.
Las decisiones, si son firmes, a veces parecen un toro de lidia, envisten a la cita del impulso para conseguir sólo un engaño, una metáfora, un capotazo de dolorosa experiencia. Tal vez, sólo eso.

Mi decisión es firme sin meditación posible que pudiera profanar esta sagrada forma de vivir que tengo.
Este tren lo dejo marchar mansamente hacia un más allá que nunca será mío.  En la lejanía me despediré de ese futuro que evité, cerraré otra puerta y recibiré una nueva puñalada de absoluto arrepentimiento.
No hay peor forma de ser infiel a uno mismo, dominar tu propia voluntad, vencer la pasión, la tentación. Tener miedo a perder lo que se tiene por conseguir lo que de verdad quieres. Perder lo que no se tiene, no da miedo y en realidad, deberíamos sentir pánico porque en la renuncia,  lo que  perdemos es parte esencial de nuestra sustancia, el deseo, el entusiasmo, el ansia, la ambición..
El culpable es sin duda el tiempo que pasa  siempre haciendo daño  marcando a las personas con la señal de la sumisión, del acatamiento, de la subordinación. El tiempo es el que acaba con las ilusiones, con la fantasía y con la voluntad. Es él el que nos convence para dejar que los trenes se marchen, uno tras otro. Él es el culpable de mantenernos anclados en el andén de la rutina hasta que, como todo en esta vida, esta también termina.
Sólo queda la locura como única esperanza.


sábado, 16 de julio de 2011

Los nosotros enterrados.


No sé por qué fue en Nueva York, donde me despojé de un nuevo cadáver. Tal vez fue simplemente la fecha correcta en la que uno da por perdida la batalla entre la madurez y la vejez, o tal vez el desamparo de la soledad en una ciudad tan llena de calles vivas, de edificios vivos, de muertos vivos y de fantasmas.
Lo cierto es que allí quedo otro de mis cadáveres y en su entierro sonó Tom Waits
Uno llega a acostumbrarse a morir, de hecho se muere muchas veces en una vida. Muere el bebé y se convierte en niño, para morir de nuevo y quedar sepultado en la distancia remota de la adolescencia, y este adolescente vuelve a morir pasando a ser joven sin quedar más que vagos recuerdos, alguna inquieta vergüenza y poco más.
El difunto adolescente quedó sepultado en alguna oscura carretera tras amar en el asiento trasero de algún cadillac solitario.
El joven que fui también falleció al amparo de la madurez, del asentamiento de las sombras y las dudas, de la implantación de las normas, del respeto al código de circulación, del merecido salario, de las razones de peso de los proverbios chinos y de la obediencia debida.
En Nueva York acabó muriendo mi yo maduro. Allí,  al cobijo de una ciudad nueva y moderna, muerta ya como el joven que yo fui y ahora convertida en una ciudad con la estola de vieja pero no antigua, carente de esa solera que da el tiempo pero con la ostentación del abandono y el descuido que solo los ancianos se pueden permitir.
Esta vida no es más que un continuo re-morir, o tal vez renacer, qué más da. Al final todos los caminos nos llevarán a Roma o a Nueva York.

sábado, 2 de julio de 2011

Entre tanto y cuanto, Luego será


Entre tanto, se levantó, miró por la ventana y se desperezó

Luego,  el espejo le dijo que era muy bella

Entre tanto, más allá del infinito alguien le sonreía.

Luego,  el día se puso serio y la luz lo llenó todo

Entre tanto,  encendió la radio

Luego,  sonó música y todos bailaron



Entre tanto, vinieron nubes al cielo

Luego,  aparecieron también nubes en la memoria

Entre tanto,  pasaron los 21 días de los 22 septiembres

Luego,  llegaron el cansancio, el olor a rancio y las arrugas bellas

Entre tanto,  sonaron las campanas dos veces.



Entre tanto, hubo una boda

Luego,  un entierro

Entre tanto y cuanto, infinitos espacios largos y bellos

Luego,  un vacío opaco, sin sal ni azúcar

Entre tanto vacío, un peso enorme para una espalda rota

Luego,  vinieron los dioses y cerraron las puertas



Entre tanta puerta cerrada sintió miedo

Luego, el miedo se convirtió en tristeza

Entre tanto,  detrás de las puertas sonaban voces

Luego,  esas voces se convirtieron en suplicas

Entre tanto,  los dioses jugaban a las cartas



Luego, se sentó en un rincón y se quedó allí quieta

Entre tanto,  soñó que se había dormido

Luego,  sonaron unas llaves mágicas

Entre tanto,  se abrió una puertecita pequeña de ratón

Luego,  soñó que despertaba con un abrazo y un beso

Entre tanto y cuanto la princesa sonreía un poco



Luego,  oyó un cuento bonito

Entre tanto,  miró dentro de la casa del ratón

Luego,  pasaron 21 días de 22 septiembres más

Entre tanto,  sonaban más campanas y empezó a oler a flores

Luego, muy serios, se marcharon la tristeza y el miedo



Entre tanto,  fueron llegando más flores, luces y cuentos

Luego, ella  se sintió bien y  río como los niños

Entre tanto,  los dioses se aburrieron de jugar a las cartas

Luego, abrieron todas las puertas y se fueron con el viento fresco.


viernes, 1 de julio de 2011

Niños muertos-hombres niños.


Vallas azules, altas y duras.

Tordos con vuelos torpes

Cercas negras, tumbas pequeñas

Grajos de mirada amarilla e inquieta.

Niños de blanco en cajitas blancas.

Azules y pequeños niños, dulces y amargos.



Lunas moras para ojos tristes.

Humo cercado en vallas altas y duras

Tordos sobre nubes negras.



Campanitas sonando, niños blancos,

niños dulces.

Ojos tristes de lágrimas secas,

de miradas ciegas, perdidas en brumas lejanas.

Niños perdidos, niños muertos, niños hombres.



La cabeza llena de pájaros,

pájaros negros como cuervos graznando

un dictado de memorias veladas.



Sólo un futuro tan perdido ya como el pasado.



Sólo unos ojos dan luz.



Pero ya estoy ciego.