Tan solo un saludo, simplemente levanto la mano desde lejos y hago una pequeña mueca de aprobación. Sigo siendo demasiado tímido. He dejado la puerta abierta y me fascina que alguien entre a husmear a casa, me irrita el atrevimiento, sin embargo esto es público y si lo puse o expuse aquí no es sino para vencer mi terca soledad interior. Sea pues. Se bienvenido.
viernes, 30 de septiembre de 2011
Recados del tiempo.
Más allá del centeno se esconden los niños
todos lo sabemos, allí es donde el viento
se transforma en huracán,
donde todas las olas son gigantes.
Es allí donde las nubes tienen formas
y donde los relojes aún no se han inventado.
Allí, los chiquillos, con sus pistolas de agua
y sus inocentes espadas de madera,
juegan a matar el tiempo.
Los niños que no saben nada y el tiempo que lo sabe todo
Unos son felices porque juegan y el otro porque se entretiene.
Todos se divierten en este recreo.
Los críos pronto aprenden que no hay tiempos muertos
pero que si hay muertos en el tiempo.
Y como se acaban los juegos, termina la infancia
porque el tiempo, que siempre pasa haciendo daño,
poco a poco, se ha ido yendo despacito,
sin hacer ruido y como es su costumbre,
dejando algún recado.
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