viernes, 30 de septiembre de 2011

Recados del tiempo.


Más allá del centeno se esconden los niños
todos lo sabemos, allí es donde el viento
se transforma en huracán,
donde todas las olas son gigantes.
Es allí donde  las nubes tienen formas 
y donde los relojes aún no se han inventado.


Allí, los chiquillos, con sus pistolas de agua 
y sus inocentes espadas de madera,
juegan a matar el tiempo.


Los niños que no saben nada y el tiempo que lo sabe todo
Unos son felices porque juegan y el otro porque se entretiene.


Todos se divierten en este recreo.  
Los críos pronto aprenden que no hay tiempos muertos 
pero que si hay muertos en el tiempo.
Y como se acaban los juegos, termina la infancia
porque el tiempo, que siempre pasa haciendo daño, 
poco a poco, se ha ido yendo despacito,
sin hacer ruido y como es su costumbre, 
dejando algún recado.







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