Después de este insomnio forzoso,
vuelve esa sensación de cansancio,
de abatimiento,
de abatimiento,
sucede cada noche de vigilia.
El viejo junto a la ventana observa,
y se sumerge en la
espera,
palpa ya la inmediatez del próximo día
y se da cuenta de que la palabra "espera"
es una menguada descripción, de esperanza
pero es ya lo único que le queda, esperar.
Espera, espera, todo llega...
El pasado, sólo ocupa el frío de esta noche todavía
viva.
Los árboles ya sienten ese escalofrío de satisfacción
como cada mañana cuando se vislumbra imparable
la luminaria que viene avasallando desde el este
la negrura de la noche.
la luminaria que viene avasallando desde el este
la negrura de la noche.
Y así los pájaros, ante el inevitable nuevo día
volaran y el viejo se retirara a descansar,
pensando haber cumplido con su único deber
anotar en su historia otra última noche.
Hace tiempo decidió no echar más cuentas con el futuro.
Hace tiempo que las noches le dan miedo.
Un día más, que también sobra.