sábado, 24 de diciembre de 2011

Un día más.



Después de este insomnio forzoso,
vuelve esa sensación de cansancio,
de abatimiento,
sucede cada  noche de vigilia. 

El viejo junto a la ventana observa,
y se sumerge en la espera,
palpa ya la inmediatez del próximo día
y se da cuenta de que la palabra "espera"
es una  menguada descripción, de esperanza
pero es ya lo único que le queda, esperar.

Espera, espera, todo llega... 

El pasado, sólo ocupa el frío de esta noche todavía viva.
Los árboles ya sienten ese escalofrío de satisfacción
como cada mañana cuando se vislumbra imparable
la luminaria que viene avasallando desde el este
la negrura de la noche.
Y así los pájaros, ante el inevitable nuevo día
volaran y el viejo se retirara a descansar,
pensando haber cumplido con su único deber
anotar en su historia otra última noche.
Hace tiempo decidió no echar más cuentas con el futuro. 
Hace tiempo que las noches le dan miedo.

Un día más, que también sobra.


miércoles, 21 de diciembre de 2011

Carne por carne.






Vendí mi alma a un demonio con disfraz de mujer,
sólo me queda esperar que al despertar se la lleve.

Marchará mi alma con ella,
impregnada por toda su piel,
como aroma de perfume.

Entre las sabanas, permanecerá mi carne,
como único resto de su festín.

Cuando ella desocupe esta cama, 
dejará tendido un cuerpo
sin esencia, ni sentido
sin dirección,  ni meta.
Un cuerpo vacío.

Toda mi hacienda, sólo será
carne viva condenada a buscarla
en las tinieblas del averno.

El diablo nunca cambia carne sólo por carne.


miércoles, 7 de diciembre de 2011

Horas deshoradas.




El hielo congeló su último portazo,
y el sonido de sus tacones bajando las escaleras.
...
Un libro,
un vino,
buena música ,
un sillón,
y activado el modo de espera.

A cada párrafo se presiente su llegada,  
                                 ........................
                 pero la intuición va muriendo poco a poco
                                                  mezclando los recuerdos con las  páginas leídas. 
                                              .....................................................
      Igual que el libro se va terminando,
                          la paciencia también se consume.

Miro por cada una de las ventanas.
No la veo,
ni la confundo,
ni la invento.

Antiguas gotas de lluvia y un tenue pálpito de vaho
Emborronan el cristal, 
y allí  escribo su nombre que se desvanece
como se diluye la sospecha de su regreso.

El  pesimismo campea  ya a sus anchas 
por este reino del abandono.

La noche va cayendo lenta,  inapelable, 
desaparecen el monte y los tejados.
Los ojos,
los labios,
los susurros,
las caricias. 

El tiempo se dilata
como su ausencia que ya es eterna. 

¿Sabe usted qué hora es, al menos aproximadamente?. 

                                                    Si, es la hora en que ella no vendrá.
                                                                   Nunca más.
                                                    Es la hora de empezar a olvidar.  


viernes, 2 de diciembre de 2011

Todavía, te queda un rato.





Estoy haciéndome mayor,
ya empiezo a razonar.

El tiempo mansamente va  asentado el poso de la sensatez,
y mata el ímpetu y la imprudencia.
Ya, ni fascinación, ni asombro, comparten  mi mesa,
la tragedia se convirtió en comedia,
 y se apagaron esas pocas luces 
que se encendían  a destiempo

Sigo con la mirada la aleatoria senda de una arruga dibujada en la piel,
apenas queda camino por recorrer.
Casi todo está hecho.

La lluvia entonando  su dulce canto,  
me trae el olor de la hierba mojada.
Me seduce como mujer con perfume caro.
Escucho ladridos de perros solitarios,
que amenazan con su propio miedo.
Mientras,  respiro con fuerza,
nunca sabré cuando será la última vez que lo haga.

Adivino que entonces todo me pertenecerá,
la hierba mojada, los perros, la lluvia, el miedo.
Pero ahora las ventanas se empañan,
suenan gemidos, tal vez de placer.

Es allí donde la luna, todavía se recrea
En el azul intenso de la memoria perdida.