martes, 15 de diciembre de 2015

Amanecer privado.





Recorro el último pliegue de su cuerpo insensible,
con el propósito de someter su desidia a mis anhelos,
venero aquella terrible dama que guarda en las entretelas de su desdén,
todo lo que soy.

entonces suena un breve lamento que mana del descuido,
los músculos todavía dormidos se desatan y me envuelven
ceden a esa solicitud, de indulgencia, siempre resignada.

Así, sin más, comienza un ritual de pasión y desenfreno
donde la eternidad del tiempo se acaba
y el universo entero escapa del sagrario de su cuerpo.

Amanece y todavía sueño.





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