Hay que reconocer, que algunas veces tengo envidia a esos personajes ajenos al mundo, sumidos en su particular burbuja de despreocupación y sosiego. Siento que los que se conforman con lo que les regala la ignorancia viven bastante mejor que aquellos de temperamento inquieto que todo lo cuestionan, lo analizan o simplemente comparan.
Este resquemor o resentimiento, me hace sufrir más de la cuenta, aunque tampoco es que sea nada preocupante, como todos sabemos, el sufrimiento es opcional más aún cuando este, es el producto de una culpa ajena.
Afortunadamente, he llegado a cosechar un aceptable estado de resignación que alivia mi padecimiento, Me amoldo y consuelo con la idea de que a estas alturas, es ya muy difícil convertirse en borrego o en gilipollas.
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