Deseo las palabras cuando son las adecuadas,
los momentos si son los oportunos
las prisas, solo cuando son por llegar.
El primer escalofrío del primer beso,
la lentitud de la caricia,
cualquier sonrisa, aunque sea velada.
Esos rescoldos de la lumbre que aún calientan
y un reloj tatuado que solo marque mi hora.
La frescura perdida de las flores
las ratoneras que nunca me cazaron
y el deseo, también lo deseo,
aunque venga acompañado por el mal augurio.
Las miradas de anhelo,
la inquietud de la esperanza que nunca es perdida,
y la tiza que al ser borrada, deja su rastro en la pizarra,
las nubes, si dejan que la luna se escape.
El olor de los zapatos nuevos y el del cuero viejo,
Por supuesto, las últimas consecuencias
los posos que deja algún pecado
y lo divino, si es imposible.
Deseo, el vuelo de la cometa,
el reflejo del agua mansa
y esa piedra donde tropiezo.
Saber soñar dentro de los sueños
y saber vivir fuera de ellos.
El olor de la menta y de los niños,
las tardes de lluvia y sillón,
escuchar el crepitar quejoso de la lumbre.
Deseo venenos que me maten un poco
y la redención de fierabrás y del arroz con leche.
El rocío en los zapatos
el árbol. aun siendo tronco caído,
el polvo añejo de los caminos,
la inmensidad de aquella era de mi infancia,
y esas bolas de nieve que alguna vez me lanzaron.
El despertar cuando es agradecido
el sabor salado de los abrazos
y el olor de las tormentas pasadas
Tragos largos de felicidad ajena
y la soledad si es pequeña.
Deseo lo que tengo,
lo que ya he perdido
y el futuro y su incertidumbre,
también lo deseo.

Ay, ese arroz con leche...
ResponderEliminarImprescindible y con canela.
EliminarEs un gusto leerle vital y caprichoso. Don Paco, le dejo mi deseo más, más, más, más de esto.
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