jueves, 17 de noviembre de 2016

Algo cambia..



En los hombres, todos los fundamentos son parecidos incluida la rutina de la pobreza, que siempre lima cualquier ambición, como suele ser su costumbre.

La transformación de un hombre comienza en una parte tan remota e insignificante, que no se aprecia hasta que un día corriente pero inevitable, uno se percata de que el sol  ya no luce de la misma forma.

Por muy arrogantes que sean, un día sabrán que ya están más maduros de lo que quisieran.

Todos serán tentados alguna vez por la resignación aunque sean soberbios y altivos.

Hasta los más crueles verterán lágrimas como prendas de culpabilidad por haber sido cómplices del dolor y el daño.

Para todo mortal,  los años seguirán minando la consideración que tuvieron al futuro.

¡Todo lo determina esa transformación que comienza con tan poco y nos acaba sometiendo sin advertencia!.

Un cambio que llega como un perro proscrito de esos que ladra sin asustar ni convencer, uno de esos animales que recelan y no se arriman.

Esta trasformación arruina la herencia de lo que fuimos, pervierte la vida cotidiana con un vano intento de regreso a lo anterior o a la transgresión de un futuro que nos limita a lo poco que acabaremos siendo.

Finales depresivos por la perdida y el olvido o quizás resacosos por el recalcitrante sueño de un futuro que nace en la añoranza del pasado.

Lo peor, es que aún a pesar de ser esta una mínima desgracia, nos pillará siempre allá donde estemos.








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