El tiempo nos va ganando todas las batallas y cada derrota sufrida nos acarrea un mayor abandono y desanimo por el fracaso. Después de unas cuantas derrotas, acabaremos cayendo en el descuido y esta flaqueza solo conduce a dejar de ser lo que se es.
Las derrotas, crean una sensación tan ingrata, que a lo único que incita, es a dejarse olvidar.
Desgraciadamente un servidor es un hombre demasiadas veces vencido, por eso cada cana que peino es en honor a una batalla perdida con merecimiento.
Bien es cierto, que esto poco importa, ya que uno ha vivido siempre en la inopia y nunca se enteró de la misa la media.
El mejor arma que me queda para afrontar esta lucha, son las palabras. Al menos, es un arma que considero peligrosa.
Lo que se expresa y se piensa es tan arriesgado y expuesto que hay quien dice que sirve para todo, hasta para aplazar la muerte.
Ya sé que debería escribir alguna experiencia curiosa, o algún sentimiento extraordinario o tal vez la rutina de un diario, pero de estas desdichas es mejor no contar nada, cabalmente no merece la pena.
Mejor les cuento que cuando era niño, todo tenía mayores proporciones que ahora, los lugares, los tiempos, las distancias como si desde entonces hasta hoy existiera una irremediable desigualdad.
Recuerdo que pasé toda mi infancia queriendo ser listo, pero no un listo cualquiera, deseaba con tesón y firmeza, ser "el más listo", y aunque puse todo mi empeño en ello, solo pude destacar por tarambana.
En realidad, tuve muy mala suerte, desgraciadamente solo llegué a ser uno de esos atolondrados que quieren hacer las cosas bien pero irremediablemente siempre le salen mal.
Ahora, sin duda por culpa de esa desproporción que hay entre lo que estoy viviendo y lo que aún recuerdo, me conformo con disfrutar de cualquier cosa sin remordimientos ni resquemores, de gozar de todo como un tonto del culo.
Me conformo con lucir cara de tonto dichoso, resultado de vivir en una satisfacción continua.
Realmente, la magnitud de esfuerzos tan tremendos que se necesitan para ser listo, no siéndolo, solo puede llevar a la extenuación y con ella a una rendición incondicional.
Si a esto le añadimos, que la vida y la muerte son fruto de la misma simiente y que en el mundo hay ya demasiados listos (muchos de ellos desgraciados), la única pretensión alcanzable que me queda es la de ser un gilipollas feliz.
Bienvenido al club de los gilipollas.
ResponderEliminarNo me de usted bienvenidas que un servidor es de esa clase de gilipollas a los que nunca admitirían en un club de gilipollas por gilipollas.
ResponderEliminarHa sido estresante en mi vida querer ser también la más lista y es terapéutico oírle decir lo bueno que es acabar conformándose con disfrutar de todo lo que se pueda sin remordimientos ni resquemores. Me encanta cuando dice que muy listos ya hay muchos y muchos de ellos desgraciados. Ud sabe mucho. Creo que pocas personas he conocido tan inteligentes, deportistas y amigo de sus amigos como ud.
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