sábado, 28 de enero de 2017

Ya veremos.



Hasta la fecha ha sido difícil este no morir y estoy seguro de que a estas alturas a pesar de mis esfuerzos ya ocuparé los lugares para mi reservados en el escalafón de muertos enterrados en el olvido de personas con las que algún día me crucé por este mundo.

Esto de ser muerto, no es una cosa que me agrade, pero tampoco me disgusta. Lo digo con resignación pero sin conformismo alguno.
Bien es cierto que ahora puedo hablar,  porque me ampara la evidencia de generar sombras que se mueven. Aunque unas veces sean más claras y otras más oscuras.

Será defecto de este animal haber ocupado demasiados espacios ajenos en todos estos años vividos. Unos espacios, donde las huellas que un día quedaron marcadas, van siendo borradas por el paso del tiempo, aunque siempre quede un poso de nostalgia o melancolía capaz de conformar un mínimo recuerdo, que a veces nos cae sin motivo alguno.

En mi vida ha habido demasiadas mudanzas, tantas despedidas que al final uno llega a aprender que cuando se marcha, lo mejor es despedirse a sabiendas de que ya nunca se va a volver, que cualquier reincidencia, es una pequeña prorroga en la agonía de lo inevitable.
La experiencia con todos mis buenos amigos, me dice que es mejor acabar con toda esperanza de continuidad en este punto donde la separación hace insostenible la amistad.

Con ese sentimiento me he despedido siempre y ayer me toco de nuevo hacerlo. Esta vez de un amigo con el que cené porque hoy se marchaba a vivir a Italia.

Cuando nos despedimos, le abracé conmovido por ese enorme sentimiento de perdida que uno siente ante lo definitivo,  Ante sus promesas y rogativas de visitas y encuentros evité ser sincero.
Evité decirle, que ya no sería lo mismo. Que lo mejor sería conformarse con lo que nos queda sin quebrantarlo con apósitos añadidos.
Simplemente dije, "ya veremos".

Lo cierto, es que ya nunca me volverá a parecer que sea tan tarde a las nueve y media, como ayer a las nueve y media.



3 comentarios:

  1. Esa sensación de desarraigo no la llevo bien. Necesito sentir que pertenezco a un lugar con sentimientos. No me gustan las pérdidas emocionales. Me gusta que las personas queridas estén en mi mundo. Y Don Paco, usted forma parte de la vida de los que nos dejamos caer en este corazón de palabras.

    ResponderEliminar
  2. Todos mis amigos siguen siéndolo, justamente porque el vinculo de la amistad permanece sin deteriorar lo más mínimo por esos vanos intentos de conservarla cuando ya no existe esa posibilidad.
    Siempre que he tenido algún encuentro con antiguos amigos, me he dado cuenta de que nos ceñimos a lo que tuvimos en común, porque todo lo nuevo por donde cada uno ha ido pasando es desconocido e irrelevante para el otro.
    Al final, todo queda en la añoranza de esos tiempos pasados que fueron comunes y al cabo de un rato viene en silencio.

    ResponderEliminar

Muchas gracias por sus comentarios.