lunes, 23 de octubre de 2017

Todavía hay luz en casa.


Aún queda una  luz encendida
en esta casa donde ahora vive un cadáver.
un hogar sin el susurro de los pasos,
que siempre fueron presagio de un abrazo
 no quedará el dulzor de caricias espontaneas.
Permanecen aún paredes verdes impregnadas de olor a pasado
y una cama desecha con la extrañeza de desadormecerse sin un beso.
Armarios custodiando ropas calientes
que delatan la deslealtad de la ausencia.
Temor de mirar por las ventanas 
por no ver un futuro herido de muerte.
Dos muñecos rotos
y lágrimas esparcidas por sus rincones.

Lumbre de hogar, sin calor, ni danza, ni música,
nido de besos oculto en imprevisibles escondrijos,
ojos cerrados para imaginar sus gestos, 
sueños donde viven sus últimas sombras.


La luz aún está encendida.


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