Vivir es
regresar,
volver
tantas noches al mismo borde
del lecho aquel, de blancura en llamas.
(Ella
pensará que eres ya memoria sin progresión posible).
Tiene
húmedos los ojos, los labios secos
Por la
duda de la sombra borrada.
En
otra parte, cualquier cosa sucede
tiempo como cristal,
espacio como cristal.
Sentado, en el desquicio del silencio
se ven las cosas translúcidas
después son más transparentes
hasta que se vuelven volátiles.
Luego, sólo queda un vacío,
sin límites,
una música
infinitamente apagada
y una mente enroscándose
como
una serpiente se enrosca
sobre sí misma.
Se olvida la distancia,
se rompen las ataduras de la luz
hasta llegar de nuevo
al
límite exacto de la sombra.
Sólo se
existe en la noche.
(Suéñame de otro modo)
La
noche todo lo une,
empuja
suavemente la conciencia
al reino de la inocencia.
(Pienso
entonces que fue hermosa la vida).
Pero
al fin, llega la realidad del día,
la certeza de su claridad,
y comienza de nuevo la búsqueda de vestigios
de tantos años, de tantos lugares, de lo que fue un hogar,
mientras el futuro avanza y los astros escriben
sus órdenes fatales en mi frente,
reflejada
en un espejo roto.
(Otro
día pasa).
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