Su perfume en la brisa,
cantó como canta la
alondra
para hacer
presente su vuelo.
Impregnó el aire y la luz del cielo
con dibujos de
flores, lunas y versos.
(Solo fue la fría voz del viento
que pasó por
unos labios entreabiertos).
Como la alondra, no supo nunca,
de esta dulzura derramada
desde la inhóspita soledad,
ni del camino que
queda vacío
sin dirección ni
sentido.
Su fragancia, con
olor a sueños nuevos,
viene en las noches de duelo,
donde solo quedan los ecos
del aroma perdido
de unas rosas secas,
y los murmullos
más dulces de los últimos besos.
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