sábado, 30 de marzo de 2019

Llévame en tus alas.



De tierra adentro hasta el mar, 
es pronto para la amnesia
de la luna de invierno al sol de verano,
es tarde para irnos sin heridas.

Lo intenté.

Desde la caricia encendida de mi mano
al latido que te nombra en mi pecho.
¿Qué tengo que hacer?

Ahora que todo está hablado,
va el amor a posarse
en las ramas secas 
de ese árbol que plantamos.
Va dictando su ley
su derecho y su condena.

Es pronto para olvidar.
Tu recuerdo vuela tras de mí,
como sombra que bate sus alas 
negando su caricia y su canto

¿Que hay que hacer?

Cruzaré desde oriente a occidente
en este cuerpo pasajero
guarida de un espíritu nómada.
en busca de un consuelo.

Es pronto para el consuelo,
Buscaré la compañía más generosa,
de la inmensa soledad.
Buscaré tu sombra en el llano
sin sonidos
sin rumores
sin nubes de colores
ni rocío de esperanzas.

Rendido a tus pactos,
dejaré que  resbalen los años.

Lo intenté,

¿Qué hay que hacer?


jueves, 21 de marzo de 2019

En el lugar donde habita la Infelicidad.






Sabes que ya nunca escucharás aquello que siempre quisiste oír.
Buscas por todas partes lo que jamás vas a encontrar.
Llegaste demasiado lejos navegando por ese mar de olas suaves, que te mece y te arrastra al interior del océano, en un velero con bandera de soledad.


Y si en ese rumbo incierto, con todas sus horas y días a la deriva de una vida incompleta,
abandonas el velero,
dará igual que tu mano no acaricie el mar,
más allá del destino, verás permanecer la silueta del barco abandonado
por un naufrago voluntario rendido a la sentencia que pone todas las cosas en su sitio.


Serás el que debías ser, ese que ya nadie necesita.


Con casi todo en esta vida perdido,
mucho más de lo debido.
Lo que me habéis quitado,
es lo que menos falta os hacía,
lo que más os sobraba.


Me habéis dejado en esta cueva,
donde solo encuentro apego a la soledad de este mar de desidia,
y estas cuatro cosas materiales que corresponden a una vida ensimismada.


Ya no hay nada que pueda complacer ninguna apetencia,
no pretendo nada y si hubiera una mínima tentación,
la privación es mi único anhelo.
Esta flagelación, no es más que un castigo infringido.
Un sufrimiento desbocado, que me traslada al sitio de la infelicidad,
el único lugar donde se puede penar la culpa.


domingo, 10 de marzo de 2019

promesas del sol.




Sin pensar,

se pasa la vida;
golpeando las bandas
de la mesa de billar
buscando trazar
la carambola adecuada
que nos haga huir de la soledad.

quedan unas leves marcas
dibujadas por el tiempo,
que nunca deja de pasar.

¡Quién supiera escapar!
aunque fuera por la puerta de atrás
del cansancio y la desgana.

(Creo que he perdido peso).

Hasta la razón me abandonó,
puse a su lado todos mis sueños.
Se marchó con ellos,
y en este callejón sin salida,
sigo esperando la vuelta del destino perdido.

Hoy el sol está contento
porque el atardecer le ha salido bueno.
Aprovechado, le comento,
en mi defensa,
que no perderé la oportunidad
Si se me presenta.

Esperaré cada día 
sin parar de esperar
dejaré correr el tiempo,
hasta convertirme en árbol seco,
con los pies hundidos en la tierra
nunca más me elevaré del suelo.

No soñaré más con su boca de fresa
ni pensaré que me ven 
sus ojos de miel.
Todo guardado 
dentro de los pensamientos prohibidos
y me iré a dormir,
al infierno que tengo prometido.

Puede que no esté todo perdido,
tal vez  en un rato
de media vuelta el destino
y ella vuelva a mi lado.

Y vea el color de los días
Y de la vida,......

Que el sol antes de irse
ha prometido
que va a volver,
a verme otra vez
mañana al amanecer.




lunes, 4 de marzo de 2019

No hay perdón




Aburrirse es una forma de cansancio, una suerte de desánimo vital que incrementa el desaliento mientras el tiempo según pasa nos va robando las ilusiones más intimas.

Este tedio y otros desastres han ido deteriorando los sentimientos y junto con la excesiva precariedad de los afectos, han acabado convirtiéndome en una especie de viudo anticipado al que todos los días cuando despierta, el primer fulgor que le viene a la cabeza le atormenta con la monserga de unos obcecados pensamientos que reclaman a esta vida lo poco que merece la pena, que solo son un par de cosas que al fin y al cabo, la edad ha acabado extirpando.

La edad que ahora me permite dilucidar muchas cosas y el tiempo me van haciendo reconsiderar todas las advertencias que manda la experiencia a través del recuerdo.
Todo esto, sin que haya perdón en todos los años que queden por venir. Perdonar, no es más que un gasto moral de desprendimiento y generosidad que sin una voluntad por seguir queriendo nunca liberará las asperezas de la incomprensión, por mucho que se intente transgredir la línea de lo razonable, no matará nunca el rencor.
Por fin he visto mi retrato pintado. Soy un padre pordiosero que recoge los pedazos de sus hijos con la devoción del mendigo, siendo la limosna de esos pedazos lo poco que alguna vez me hace sentir virtuoso.
Lo mejor, tal vez sea desaparecer o vivir escondido para seguir viviendo, evitar todo reconocimiento, determinar incluso que si no pudiera desaparecer, que sea todo lo demás lo que esté desaparecido.

En lo olvidado no cabe ni rencor ni perdón posible.