martes, 1 de septiembre de 2015

Autorretrato.


Observen,
Miren atentamente a ese hombre.
Está hundido en el desaliento de verse a sí mismo.
En la escena se aprecia un silencio vibrante,
silencio como el que excita a los niños cuando salen los payasos.
como el runrún de la última esperanza en una apuesta perdedora
como el silencio que asfixia lo espontaneo en una risa.
El hombre se observa con su propio delito,  
y a pesar de la seriedad que aparenta, 
se ríe del cansancio que reposa sobre todas las  horas perdidas,
de las cicatrices que le dejaron los años pero que ya enterró
en la tumba de los tiempos muertos, de la Nada y del Olvido,
ese único lugar donde sabe que nunca mas serán visibles..

Tan solo le quedan unas pocas palabras de consuelo
que se van convirtiendo en un purgatorio
donde puede redimir todo aquello que vieron sus ojos.


3 comentarios:

  1. Un hombre con una vida llena de luces y sombras. Ese gesto duro y retador, muy bien no sé lo que oculta.

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  2. Este hombre, el de la boca constreñida para no sonreir, el que arruga la frente para darse un aspecto honorable, el que hace dos segundos tenía las gafas en la punta de la nariz y las ha soltado para salir "guapo" en la foto, es su nada, su olvido, sus cicatrices su boina, sus letras... pero sobretodo su sorna. Pobre de él sin ellos.

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  3. Volvemos a la nada y al olvido. Dos conceptos que se agrandan con el tiempo.
    Será que cuando más cerca estamos de ellos mas grandes nos van pareciendo.

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Muchas gracias por sus comentarios.