He conocido demasiado bien esta limitación a lo finito que nos impone el reloj, la
inquietud y la duda que nos traen los años sin saber si merece la pena vivir
esta vida acotada a su capricho. Tiempo capaz de cambiar la fortuna por lo adverso, sin
hacer ruido, como una luz cuando se convierte en sombra.
Siempre a merced
del tiempo, de ese amasijo de dirección única y sentido incierto.
Sólo somos sombras
retenidas. Puntos únicos sin principio, sin final, sin dimensión alguna que nos
pueda certificar.
La única venganza posible es reírse de esta existencia porque todo lo que nos afecta, permanecerá solo lo necesario.
Al final no quedará duda de si será el mismo tiempo quien nos haga desaparecer eternamente, a sabiendas de que él es simplemente lo contrario a
cualquier eternidad.
Ha dejado una imágen en mi cabeza que da para un cuentito. Marramuackas,hombre del tiempo.
ResponderEliminar