Llamaba suavemente,
llamaba a la puerta donde viven las esperanzas.
Tañido crudo de campana.
Latido de corazón dolido.A este lado,
un espectro queriendo entrar,
y girando en la noria de su voz
tres palabras inútiles:
"siempre, te amaré, siempre..."
Al otro lado,
una incesante lluvia de deseos,
y el inapelable sonido de su ausencia
escavando el pozo de la indiferencia
donde se entierran los sueños.
¿Una brisa pasajera
o una respiración?
Ruge el deseo contenido
en esa espera mortuoria,
mientras sigue girando la noria
y pasa el aire del suspiro retenido.
Un rayo de sol en el último peldaño
consuela a un ramo con cuatro flores,
Que se olvidó un duende con su desengaño.
y alli mismo se marchitan,
esparciendo debilmente sus olores.