miércoles, 24 de octubre de 2018

Llamaba a su puerta


Llamaba suavemente,
llamaba a la puerta donde viven las esperanzas.
Tañido crudo de campana.
Latido de corazón dolido.

A este lado,
un espectro queriendo entrar,
y girando en la noria de su voz
tres palabras inútiles:
"siempre, te amaré, siempre..."

Al otro lado,
una incesante lluvia de deseos,
y el inapelable sonido de su ausencia
escavando el pozo de la indiferencia
donde se entierran los sueños.

¿Una brisa pasajera
o una respiración?

Ruge el deseo contenido
en esa espera mortuoria,
mientras sigue girando la noria
y pasa el aire del suspiro retenido.

Un rayo de sol en el último peldaño
consuela a un ramo con cuatro flores,
Que se olvidó un duende con su desengaño.
y alli  mismo se marchitan,
esparciendo debilmente sus olores.










lunes, 22 de octubre de 2018

Miles de expectativas.


Cuando te abrazo,
soy una inmensa multitud
escuchando la penumbra de los robles,
los murmullos de la lumbre,
el rumor del río
y el silencio de tu pañuelo dormido
sin secar lágrimas amargas
ni agitarse en el aire diciendo adiós.



viernes, 19 de octubre de 2018

Cuentos para contar la vida



Siento la lagrima despuntar,
como un vértigo insondable de angustia,
al escuchar en la replica de lo que digo,
un huidizo fulgor de lo que pienso.

No se contar aquel cuento 
en que la eternidad del amor
es lo que se parece más a la vida.

Trato de describir esa transparencia
en que tu mano ausente reposa,
y la caricia que aun perdura.

Los matices de tus furtivas miradas
presentidas en el reflejo de cualquier espejo
que miraron tus ojos.

El olor a estrellas y lunas,
a lluvia y a hierba recién cortada
que guardo preso para siempre
por el único delito de pertenecerte.


No se contar estos cuentos,
que explican la levedad de la vida,
y lo poco que dura la eternidad del amor.




domingo, 7 de octubre de 2018

Quedará lo que guardaste.



Desde que dictaminaron el final,
todo ha sido frígidamente raro,
algunas veces tímidamente gris,
otras heladamente hiriente.

Sé que en el estertor de la agonía
quedaran mis ojos abiertos,
mirando a un vacío definitivo.

Una mirada perdida en el infinito,
igual que se perderán otras miradas
en cajones que quedarán vacíos,
en pasillos sin rumor de estos pasos,
en perfumes que ya nunca olerán igual.

Mis labios resecos,
inertes,
fríos,
quedarán prendidos 
de manera tan vehemente como estéril,
en un solo nombre.

Mis manos abiertas
esperarán recibir en una caricia
un poco de su calor,
tal vez, una indulgente compasión.

No habrá nota de despedida,
solo quedarán frases sueltas, 
palabras escritas o dichas aisladamente,
no inventadas por mi ni por nadie.
palabras que me gustaron. 

El azar hará que encuentres la belleza 
y la poesía que en ellas se esconde.

Se quemará la última mañana 
de mi ocaso,
aparecerá la neblina que todo lo borra
y en ella quedará oculto
también este armario vacío donde ya me guardan.