miércoles, 24 de octubre de 2018

Llamaba a su puerta


Llamaba suavemente,
llamaba a la puerta donde viven las esperanzas.
Tañido crudo de campana.
Latido de corazón dolido.

A este lado,
un espectro queriendo entrar,
y girando en la noria de su voz
tres palabras inútiles:
"siempre, te amaré, siempre..."

Al otro lado,
una incesante lluvia de deseos,
y el inapelable sonido de su ausencia
escavando el pozo de la indiferencia
donde se entierran los sueños.

¿Una brisa pasajera
o una respiración?

Ruge el deseo contenido
en esa espera mortuoria,
mientras sigue girando la noria
y pasa el aire del suspiro retenido.

Un rayo de sol en el último peldaño
consuela a un ramo con cuatro flores,
Que se olvidó un duende con su desengaño.
y alli  mismo se marchitan,
esparciendo debilmente sus olores.










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