Desde
que dictaminaron el final,
todo
ha sido frígidamente raro,
algunas
veces tímidamente gris,
otras
heladamente hiriente.
Sé que en el estertor de la agonía
quedaran mis ojos abiertos,
mirando a un vacío
definitivo.
Una mirada perdida en el
infinito,
igual que se perderán otras miradas
en cajones que quedarán vacíos,
en pasillos sin rumor de estos pasos,
en perfumes que ya nunca olerán igual.
Mis labios resecos,
inertes,
fríos,
quedarán prendidos
de manera tan vehemente
como estéril,
en un solo nombre.
en un solo nombre.
Mis manos abiertas
esperarán recibir en una
caricia
un poco de su calor,
tal vez, una indulgente compasión.
No habrá nota de despedida,
solo quedarán frases
sueltas,
palabras escritas o dichas
aisladamente,
no inventadas por mi ni por
nadie.
palabras que me
gustaron.
El azar hará que encuentres la belleza
y la poesía que en ellas se esconde.
Se
quemará la última mañana
de mi ocaso,
de mi ocaso,
aparecerá
la neblina que todo lo borra
y en ella quedará oculto
también este armario vacío donde ya me guardan.
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