lunes, 2 de abril de 2018

Cuatro puertas.






Dentro de este infierno, hay cuatro puertas.


Desciendo por la brecha de esta herida hacia los porfundos
canales que surcan mis pensamientos. 

Pecho adentro cruzo la oscuridad a ciegas. 

Me guío solo palpando las paredes
y allí, donde el aire está mas viciado, a veces,
vislumbro en el resplandor:


la puerta de un jardín lleno de deseos,
la puerta de un instante prodigioso,
la puerta de un tiempo de felicidad recobrada.

Pero el aire allí huele a ausencia, 
 de pronto un viento frío. 


Siento en mi pecho un hueco impenetrable,
de las profundas hendiduras de las tinieblas
mana un silencio atroz. 



Detengo el paso.

Mientras florezcan esperanzas
y me aguarde el instante y el prodigio
y la luz en la casa donde fui feliz,
no cruzaré el umbral de la cuarta puerta.



No pisaré esa nada sin medida.
Que se quede tras la puerta
este mal presagio 
con todo lo que trajo la ruina,
la soledad y la angustia.


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