sábado, 29 de julio de 2017

Mi casa, ¿dónde está?



Regreso
de un lugar
sin hadas en los bosques,
ni duendes azules
ni ogros,
ni monstruos.

Sin una estrella favorita
ni luna helada,
sin el calor del verano
ni el fuego en la lumbre
de invierno.

Regreso de los días escasos,
de las horas perdidas,
de la sospechosa distancia,
de las ruinas de un naufragio,

de palabras ajenas,
de pasos sin rumbo,
de prados sin vacas,
de calles sin huellas.

Y mi casa ahora, 
¿Quién sabe dónde está?


miércoles, 26 de julio de 2017

Ser imaginario.






Últimamente, cuando paseo por estas calles tan llenas de viandantes, me da por suponer cual será la vida real de esos otros paseantes desconocidos.
Esto me divierte porque me lleva a interpretar la realidad de un único instante de muchas formas diferentes, aunque jamás me aventuraría a asegurar que alguna de ellas sea la auténtica.

Desde que me entretengo con este juego de fantasía, me he dado cuenta que la palabra, "Realidad" siempre deberá ir entre comillas.
Tan sólo los idiotas pueden creer en un mundo absolutamente real.

Lo único que se puede entender por real esta dentro de cada enigmático ser que observa y lo peor de todo es que ninguno suponemos que nosotros como observadores, somos también seres imaginarios.





lunes, 24 de julio de 2017

El bobo no se redime






Uno a uno,

van cayendo días estériles

en los rescoldos de los años,
pero el bobo no se redime,

e incluso a la hora
en que ningún reloj
es capaz de marcar
un tiempo razonable,
El bobo,
continua contabilizando
sus días desperdiciados.

La única liberación
que el bobo admite,
es un llanto pegajoso,
(mas propio del anís
que del aguardiente),
vertido por los desagües
de su inconsciencia.


domingo, 23 de julio de 2017

Irremediablemente.



Aquel amor

escrito en unas líneas
que cayeron de un cajón
está ahí,
sigue estando.


Está ahí doliendo

está
todavía
sangrando.


Un amor,
uno solo
que duele
cuando pasa hirviendo
por las venas.

Duele la marca que
dejó el latigazo helado
de la soledad.

Duele la luz del rincón
que ya no dibuja su sombra,
y el silencio que ya no rompe
ninguna voz.

Duele la luna con su noche
y sus estrellas
los prados verdes en la espalda,
y la tierra en la uñas

Duelen los charcos
y los pies mojados,
duele la tristeza
que no pasa de largo.

Duelen las calles sin sus pasos
Duelen los mensajes de sus ojos
con la evidencia del desencanto.


Peter Pan






Peter Pan soñó la desgracia. Ese sueño se lo guardó como un secreto inexpugnable y, a la vista de lo que iba a sucederle no andaba errado.

El sueño de la desgracia,es suficiente para quitar de la circulación a un hombre, lo sueñas y muchas veces, es la verdad del sueño la que acaba imponiendose a la verdad de la vida.

Pero lo que le sucedió a Peter parece más propio de un soñador inexperto. Un ser acorralado por el temor, recluido para defenderse de la desgracia soñada, entendiendo que esa desgracia es un presagio irremediable.

Peter Pan,  había soñado que se hacía viejo. Con el tiempo, no fue capaz de dominar el resultado de lo que soñaba, un dominio que algunas veces establecía con el olvido, pero cuando el habito del sueño puso en su sitio las cosas soñadas, el hábito de la vida empezó a poner en su lugar a la propia vida.

La vida que Peter Pan quería, no era una existencia en la que todos los días fuesen iguales y las horas se contabilizasen con las mismas necesidades y parecidas satisfacciones, él quería seguir volando más allá de Nunca Jamas.

Pero en su sueño,  Campanilla se se había mudado al mundo de Aquí y Ahora. Campanilla estaba harta de iluminar con chispas todos los caminos de vuelta, se cansó de desperdiciar su magia para volar juntos, de ser hada para nada.

Peter Pan, por lo tanto, nunca más volvería a volar y su vida se trasformaría solo en la lentitud de la costumbre.

Lo que tenía Peter Pan, no era un mal del cuerpo, ni siquiera del alma. Tenía un mal parecido al de esos pájaros que dejan de volar porque presienten que van a caer.
Además de ese presentimiento de los pájaros locos, Peter Pan sufría de un maldito sueño, una vida equivocada, arrugas y canas, muchos años y una cesta llena de soledad y desamparo.
Los hombres,  a veces, somos más complicados que los bichos.


viernes, 21 de julio de 2017

Metamorfosis



El silencio vela la noche
de la incertidumbre 
en esta casa
donde ya no somos lo que fuimos: 

Solo somos frío.

El invierno nunca perdona,
no se olvidó de nosotros.

Somos solo frío

El desánimo de mirarnos
congeló las sábanas
y hasta la misma tristeza
quedo allí yerta
en un afecto
pétreo e insoluble
pero helado
por el descuido.

solo la conciencia 
como labio que vierte 
palabra y humo,
persiste
en revivir el cariño.


Nadie nos llama,
ya no viene
el viento con el llanto
ni con la dicha 
entre sus alas.

No vendrá nadie.

Solo nos queda el espejo conteniendo
esas incomodas miradas de la 
pena y el daño
que hicieron brotar el 
yermo 
en nuestros corazones.


jueves, 20 de julio de 2017

Campanilla



Campanilla
con la belleza del otoño renacida
ahora enreda en su pelo gris flores secas,
baila, bailes largos
y sueña en un sueño que vuela
y que se marcha lejos,
alentada por algunas tristezas
y por la luna llena
ya no escucha ese amargo lamento 
que Peter Pan lanza a las estrellas,
al echar las cuentas de lo vivido:

"Sobran noches, 
faltan días.

Sobran tristezas
Faltan alegrías.

Sobra lo que soy,
falta lo que no he sido".



jueves, 13 de julio de 2017

Solo me queda tiempo




Dicen que el aburrimiento mata, y eso debe ser cierto, porque en estas horas de tedio y desgana, me ha dado por elucubrar historias insustanciales y huecas a sabiendas de que el único beneficio que generan, es una humilde lástima por este futuro que me espera y que cada vez, ocupa con más holgura los espacios propios de la inquietud.

En esta tarde desorientada, una única obsesión ocupa mi cabeza . Hoy, me gustaría saber como sería mi entierro.

Procuraría ser un muerto un poco más ejemplar de lo que he sido hasta ahora.

No se me ocurre nada más adecuado que un velatorio animado, con gente que se divierta contando esos chascarrillos y chistes propios para estas ocasiones.
Total,  para un último día que se está de cuerpo presente, es preferible hacerlo con la mejor disposición posible.

Hay gente que me gustaría que estuviera y también otra que no.
No me gustaría ver por allí a mi madre. Andaría como una penitente, muy angustiada llorando todo el rato y no me gusta ver a mi madre llorar, pero mis hermanos si me gustaría tenerlos de velatorio. A los dos. En caso de tener que determinar alguna propuesta o resolver algún imprevisto, la eternidad en su resolución, no se apiadaría de mí y llegaría de cuerpo presente y sin enterrar hasta el juicio final.

No me gustaría que estuviera la única mujer que lo fue de mi vida. Es que una vez difunto, ya no sería la mujer de mi vida y siendo yo ya un muerto, no podría decir "te quiero". Me vería obligado a resucitar, pero me han dicho que la resurrección entraña un altísimo coste que un muerto primerizo no se puede permitir.

Mis hijos si deberían venir a despedirse, no por el qué dirán, que también, sino por enmendar alguna de esas otras despedidas que solventaron con un adiós menguado por el "ya vendrá".

Debería haber algunos amigos, no muchos, solo los que hacen que sea capaz de recordar dentro de su memoria.
Charly, mi perro, tendría allí su hueco, hasta que empezara a ponerse pesado con los invitados.
Mi loro Cosme, no tengo muy claro si preferiría verle por allí o en su higuera ajeno a mi defunción. Es que últimamente me ha cogido manía y en cuanto me descuido me pica los pies.
Siendo cadáver no veo posibilidad de defenderme de este pájaro traicionero, aún así, le dejaría que se quedara, al menos un rato, siempre que se cuidara de acercarse a mis pies, de decir impertinencias y guardara la compostura y el respeto debido.

Pondría música de la buena, unas cuantas baladas heavys, algo de Soul y mucho Blues.
Habría dispuestas unas botellas de vino blanco o rosado, unos platos con avellanas y almendras, montoncitos de regaliz y por si acaso unas onzas de chocolate.
Unos cuencos de arroz con leche con mucha canela, también un par de botellas de Jack Daniels y una cafetera llena de café espeso y negro como a mi me gusta. y por supuesto una tetera con Earl Grey tea (pero el que se pone en el colador, no el de las bolsitas).
Algunos cigarros (pero pocos), solo los que más me gustan, esos que acostumbraba a fumar tumbado en el tejado las noches de luna y estrellas.


En las paredes, colgadas unas pocas fotos. Lógicamente, una pequeña selección entre todas las que hice. Serían unas fotos sin localización concreta ni fecha determinada.
Unos las mirarán con interés y otros ni siquiera las verían pero algo de mi estaría en cada una de ellas observándolos a todos.
Dejaré unas zapatillas al lado de la entrada, mirando hacia la calle, como si quisieran ir a correr. También estaría  por allí en medio mi Mondraker con sus mas de 40.000 km a cuestas y si la encontrara, me gustaría, llevar puesta la boina que perdí hace tiempo.

Después, cuando todos se hubieran marchado, sacaría tiempo de algún lado para comprobar que todos mis reproches a tanta soledad, no tenían base ni fundamento, Nunca se está realmente solo hasta que se tiene la certidumbre de que nunca se dejará de estarlo.

A un muerto, solo le queda tiempo y soledad.

Tiempo para estar solo, soledad para  recordar hasta las historias más insustanciales y huecas, a sabiendas de que el único beneficio que generan, es una humilde lástima por este pasado que cada vez ocupa con más holgura todos los espacios......



sábado, 8 de julio de 2017

Viaje de ida.




La luna esta llena y yo la observo en su movimiento con la añoranza de seguirla, pero tengo que parar, estoy cansado, eso es todo.

Antes de detenerme, aun queda tiempo de recrearse en el trayecto recorrido.
Un largo itinerario que fue de lo más interesante, pasó por penas y alegrías, sufrimientos y placeres. Muchos recuerdos (buenos y malos) que aún en la distancia, se mantienen.
Me entristece saber que al llegar a la última parada, solo nos queda esa obligación a la que todos estamos sometidos, de tener que dejar la maleta de los recuerdos, en la consigna del olvido.

Como todo en este mundo, la memoria  tienen su propia obsolescencia y desaparecerá irremediablemente al llegar a esa última estación llamada Nada, a donde todos los caminos llegan y desde donde ninguno parte.

No se puede decir que este periplo haya sido ni largo, ni corto, finaliza justo cuando el espíritu del viajero se empieza a resentir. La velocidad va descendiendo paulatinamente hasta que entra el vértigo del la quietud y la calma.
No se encuentran alternativas que superen lo ya recorrido ni se tiene intención de buscar otros parajes que aventajen en algo a los que ya se conocen.
Es hora de enterrar aspiraciones y proyectos. Dejar que pase el tiempo, que, al fin y al cabo, también es un viaje de inevitables paradas: antes, después. Ahora, nunca. Principio, fin.

En algún momento el viajero se sentirá perdido o desorientado ya que el sosiego de la quietud no es su hábitat natural, aún así el viaje continua por sendas de recelo y alarma.
Es el miedo a permanecer, el miedo a seguir.


martes, 4 de julio de 2017

Gira sol




Un día, no muy lejano, acabarás sabiendo lo que cuesta amanecer -me dijo el sol-.
Surge una extraña nostalgia por ese último día que vencieron las sombras. Se genera un desasosiego, una gran inquietud por afrontar la realidad de una vida, en la que todos los días comienzan y finalizan marcados por este rumbo donde no existe variación posible. Este, oeste, esplendor, declive, luz y sombra.

Cuando este desaliento llega, no es difícil enredarse entre las sabanas quedando ahí derrotado, con la mirada perdida en algún lugar de la habitación, que ya se habrá convertido en una estancia enorme y vacía.
Suena tu propia respiración como suspiro cansado y profundo, mientras un atormentado pensamiento retumba diciendo: "Otro día para nada".



domingo, 2 de julio de 2017

Si no hay salida.


Solo queda
escribir esta última poesía al viento,
echar una mirada al más allá,
repasar el futuro de un olvido
y ya está.

buscar una razón inclemente,
encontrar una luz invisible,
enterrar la esperanza abatida,
observar nubes que vienen y no se van,
y ya está

Apuntar un nuevo cargo a la conciencia,
sopesar la peor confusión en la duda,
lamentar el camino seguido,
legitimar el presagio cumplido,
y ya está

Cinco minutos más
un cortocircuito,
un beso torcido
y ya está.

dormir
soñar
y ya está