Un sueño es el único arma que libera todo tipo de esperanzas.
Esperanzas de volver atrás, de enmendar los tachones de nuestras cuentas, de reparar ese saco roto donde cayó todo el tiempo perdido.
Tal vez, sólo un sueño, una insensata ilusión sea capaz de encender una llama de aclarar una mirada o de sentir las mil mariposas que te hurgan en el alma y te la revuelven en una especie de vahído, o de escalofrío.
Nunca los sueños estuvieron amparados por la razón, y ahora no merece la pena preguntar a nadie por el imaginario de una noche de luna mora.
Ahora, solo cabe esperar la dulce esperanza de volver a soñar
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