
Abraza el aire con tus ojos,
absórbete en la lluvia solitaria
que pudo ser de sangre y es de agua desangrada,
concibe el mundo en su cristal de lepra dulce,
percíbete agujereado de vacío y aristas en asedio
y no pierdas un mimbre de latido en inquietudes.
este es un valle de hojas secas.
Reclínate en el hueco de un nido silenciado,
haz de ti el ídolo flagrante y denegado a tu medida.
Olvídate de tu ser y cuanto pese o permanezca. Cuando caigas
de tí no habrá semilla.
Mas, cuanto tiene nombre
ha dado una pregunta al infinito.
La flecha huyó fuera del mundo.
Otro arco sobra.
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