sábado, 6 de noviembre de 2010

Salmón o Jamón, qué más da.

Hoy o tal vez ayer, no tengo ya la seguridad de que el tiempo corra de la manera adecuada, me he perdido yendo a trabajar. No ha sido como otras veces en las que no me doy cuenta ni siquiera de que me haya perdido porque no tengo una percepción cierta de que estoy haciendo si voy o vengo, si subo o bajo o simplemente si es real o imaginario.

No, está vez sabía que me había perdido que todo era desconocido porque realmente era nuevo.

Lo mejor de todo es que esto le puede pasar a cualquiera.



Por eso estoy contento, he sabido discernir entre lo que es mi recuerdo y lo que como hoy ha sucedido, nunca lo ha sido.



No se cual es la parte del cerebro que desconecta los recuerdos, bien cierto es que tampoco me importa. Todos los recuerdos están llamados a desaparecer. No merece la pena preocuparse por ellos los muertos no recuerdan, ni sufren por no poder hacerlo.



Estaré llegando a ser un exclusivo muerto viviente, pero eso solo es el destino y este como ya he dicho en alguna ocasión, este es una copa de la cual todo ser vivo está obligado a beber.



Por lo tanto hoy puedo decir que me siento bien. Para celebrarlo me voy a preparar una cena especial no lujosa pero si de capricho, Una ensaladita de tomate con un poquito de queso parmesano, algo de orégano y una miajita de pimienta, un pedacito de Salmón al Microwave (que gran invento) con su aceite virgen de oliva (aunque desgraciadamente tendrá que ser griego) y para acompañar todo esto una deliciosa Hacker-Pschorr 1417. Opto por la cerveza porque lógicamente el vino que puedo conseguir por estas tierras deja mucho que desear.



He fracasado en mi intento. No encuentro salmón o habré olvidado que es. Sin embargo, si he visto una bandeja con un papelito amarillo que pone jamón cocido. Seguro que añadiéndole ese dichoso aceite griego, hace las veces de aquello que se quedo escondido en la nevera y en mi memoria.

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