Sólo nos queda ya recorrer este sencillo paseo.
La puerta siempre estará abierta, y una tenue luz encendida.
Nadie habrá esperando a nadie.
No poderse resistir al avance, lo mejor.
Lo peor, no hay vuelta atrás.
Sólo quedaran unas pocas fotos amarillentas,
cubiertas por la herrumbre y el polvo de los años.
Como los espejos van perdiendo el azogue,
esas imagenes irán perdiendo su propia memoria.
El tiempo nos convertirá en personajes anónimos
de un cuento , que como todos los cuentos,
habrá sido inventado.
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